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Coloquio de los Perros.  253
     Finalmente  : vine á entender con toda
    certeza que el dueño de la casa  , á quien
    llamaban Monipodio, era encubridor de
    ladrones y pala de  rufianes  y que  la
                  ,
    gran pendencia de mi amo  había sido
    primero concertada con  ellos  , con  las
    circunstancias del retirarse y de dejar las
    vainas j las cuales pagó mi amo alli luego
    de contado, con todo cuanto Monipodio
    dijo que había costado la cena, que  se
    concluyó  casi  al amanecer, con mucho
    gusto de todos  , y fué su postre dar so-
    plo á mi amo de un rufián forastero que
    nuevo y flamante había llegado á la ciu-
    dad. Debía de ser más valiente que ellos,
    y de envidia  ,  le soplaron. Prendióle mi
    amo  la siguiente noche  , desnudo en la
    cama  ; que si vestido estuviera  , yo vi en
    su talle que no se dejara prender tan á
    mansalva. Con esta prisión  , que sobrevi-
    no sobre la pendencia, creció la fama de
    mi cobarde^ que  lo era mi amo más que
    una liebre  , y  á ílierza de meriendas y
    tragos sustentaba la fama de ser valiente,
    y todo cuanto con su oficio y con sus in-
                se le iba y des-
    teligencias granjeaba ,
    aguaba por la canal de la valentía. Pero
    ten paciencia  , y escucha ahora un cuen-
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