Page 68 - cuentos ebook 6to grado
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era que eran muy livianas, como si fueran el sonido de un lápiz qué se cayó al
piso, pero yo no tenía lapices, eso me asusto, ¿Y si estaba caminando de
puntitas para llevarme a su cueva y ser su prisionera? Tenía una muy buena
imaginación, eso decía mi mamá. Luego que agarre valor para ver qué había
debajo de mi cama vi unas patas enormes con una cola grande y peluda y unas
orejas enormes, era de noche, no vi su cara, apenas pude ver su sombra, si nos
guiamos de ella el monstruo era más grande que mi cama, ¿como se esconde
allí? ¿será que ha hecho un hueco debajo de mi cama? ¿y si en cualquier
segundo me caigo en él?.
Cuando dejó de verse la sombra y ya no escuchaba nada pude ver a través de
la ventana como se movían los árboles, queriendo escuchar algo pude percibir
el sonido del arroyo, la ululación del búho y lo que más me gustó fue el ruido de
las ramas de los árboles chocando una contra la otra, eso me tranquilizo y no sé
en qué momento me quedé dormida, lo único que sé es que me desperté
asustada con el cantar del gallo, creí que me había quedado dormida y ya iba
tarde a la escuela, con las justas pude tomar la leche y hacerme una trenza mal
hecha y no mis dos trenzas con mis lindos lazos rojos.
Ese día en la escuela me dije a mi misma que cuando llegue a casa iba a
averiguar qué era lo que estaba abajo de mi cama y me lo quede grabado para
que después no me arrepienta. Al llegar a casa me cambié y fui a almorzar, pero
claro que no me había arrepentido u olvidado, solo que mi mamá había hecho
mi comida favorita, nadie le puede decir que no a su comida favorita. Bueno
dejando de lado atrás a la comida fui a mi cuarto y me puse almohadas en la
espalda y en el pecho y un casco, además tenía un bat de beisbol por si lo que
hubiera allí no era amigable.
Con mucho valor, y con las ganas de terminar con todo esto, estando echada en
mi cama agaché la cabeza para ver qué había y me tope con unos ojos rojos
mirándome fijamente. tratando de no hacer un escándalo por el susto fui
tomando valor para ver de nuevo, pero esta vez con una linterna. Por una pizca
de segundo vi que el ser que me aterraba todas las noches, el que me mantenía
sin dormir, el que me hacía olvidar mis tareas, no era más que un simple jerbo,