Page 152 - Fantasmas
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FANTASMAS
el pelo y lo tiró al suelo de un empujón. Rudy aterrizó so-
bre el vientre. Se dio la vuelta, y cuando habló su voz resul-
taba irreconocible.
—¡Por favor! —gritó—. ¡Por favor, no! Tengo miedo.
¡Por favor, padre, no me obligue! ,
Max dio un paso adelante con el hacha en una mano y
media docena de estacas en la otra, decidido a intervenir, pero
su padre lo esquivó, lo sujetó por el hombro y lo empujó ha-
cia las escaleras.
—Vamos, sube. Ahora —ordenó dándole otro empujón.
Max se cayó en las escaleras lastimándose la espinilla. Su
padre agarró a Rudy por el brazo, pero éste se retorció hasta
liberarse y se arrastró sobre el polvo hasta el rincón más ale-
jado de la estancia.
—Ven, yo te ayudo —dijo el padre—. Tiene el cuello fi-
no, así que no tardaremos mucho.
Rudy negó con la cabeza y se acurrucó más en la esqui-
na, junto al barril de carbón.
El padre clavó el hacha en el suelo.
—Entonces te quedarás aquí hasta que estés dispuesto a
entrar en razón.
Se giró, tomó a Max del brazo y lo empujó escaleras
arriba.
—¡No! —gritó Rudy, levantándose y corriendo hacia la
salida.
Pero sus piernas tropezaron con el mango del hacha y ca-
yó al suelo. Para cuando se levantó el padre ya estaba empu-
jando a Max por la puerta al final de las escaleras. Lo siguió y
cerró con fuerza detrás de ellos. Rudy llegó al otro lado justo
cuando su padre estaba girando la llave de plata en la cerra-
dura.
—¡Por favor! —gritó Rudy—. ¡ Tengo miedo! ¡Tengo mie-
do! ¡Quiero salir de aquí!
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