Page 61 - Fantasmas
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Joe HiLL
No era una pregunta, sino una afirmación. Harry asintió.
—Pocos meses después de que muriera. Me dijo que no
marcha nada bien aquí. No entiendo por qué quiere asustar-
me, con lo bien que nos llevábamos. ¿Te dijo a ti que te fueras?
—¿Por qué viene? —preguntó Alec. Su voz sonaba aún
algo ronca y se le antojó una pregunta extraña. Por unos mo-
mentos Harry se limitó a mirarlo detrás de los gruesos crista-
les de sus gafas con cara de total incomprensión.
Después sacudió la cabeza y dijo:
—No es feliz. Murió antes de que acabara El mago de Oz
y todavía está triste. Lo comprendo, era una buena película. Yo
también me sentiría estafado.
—¿Hola? —gritó alguien desde el vestíbulo—. ¿Hay al-
guien ahí?
—¡Un momento! —respondió Harry, y miró a Alec con
expresión dolorida—. La chica que atiende el bar me dijo ayer
que se marcha. Sin previo aviso.
—¿Por el fantasma?
—¡No, hombre, no! Se le cayó una uña postiza dentro de
las palomitas de un cliente y le dije que no volviera a ponér-
selas para trabajar. Nadie quiere comerse una uña postiza. Me
contestó que aquí vienen muchos chicos y que si no puede lle-
var las uñas postizas prefiere irse, así que ahora tengo que ha-
cerlo yo todo.
Tenía algo en la mano, un recorte de periódico.
—Aquí está su historia —le dijo, y a continuación le di-
rigió una mirada, no exactamente furiosa, aunque sí tenía mu-
cho de advertencia, y añadió —: Pero no te vayas. Aún tenemos
que hablar.
Salió y Alec se le quedó mirando preguntándose a qué se
habría debido esa mirada. Después echó un vistazo al recorte
de periódico: era una necrológica, la de la chica. El papel te-
nía marcas de dobleces, los bordes desgastados y la tinta des-
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