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434 Millones de personas viven a la espera de “oportunidades” favorables. Quizás
435 un golpe de suerte pueda traernos una oportunidad, pero el plan más seguro es
436 aquel que no depende de la suerte. Fue una “casualidad” favorable la que me
437 dio la mejor oportunidad de mi vida, pero tuve que dedicar veinticinco años de
438 esfuerzo determinado para que esa oportunidad se convirtiera en una ventaja.
439 La “casualidad” consistió en mi buena fortuna de conocer y ganarme la
440 cooperación de Andrew Carnegie. En aquella ocasión, Carnegie inculcó en mi
441 mente la idea de organizar los principios del éxito en una filosofía del éxito.
442 Millones de personas se han beneficiado de los descubrimientos hechos en los
443 veinticinco años de investigación, y se han acumulado varias fortunas gracias
444 a la aplicación de esta filosofía. El comienzo fue simple. Fue una IDEA que
445 cualquier persona podría haber elaborado.
446 La oportunidad favorable llegó a través de Carnegie, pero ¿qué hay de la
447 DETERMINACION, LA CONCRECION DEL OBJETIVO, ¿el DESEO DE
448 ALCANZAR LA META y el ESFUERZO PERSISTENTE DE
449 VEINTICINCO AÑOS? No fue un deseo ordinario el que sobrevivió a las
450 decepciones, el desánimo, las derrotas temporales, las críticas y el constante
451 recordatorio de la “pérdida de tiempo”. ¡Fue un DESEO ARDIENTE!¡UNA
452 OBSESIÓN!
453 La primera vez que el señor Carnegie implantó la idea en mi mente, traté de
454 persuadirla, cuidarla y seducirla para que permaneciese viva. Gradualmente la
455 idea se convirtió en un gigante con poder propio que me persuadió, asistió y
456 dirigió a mí. Las ideas son así; primero uno les da vida, acción y orientación, y
457 luego toman poder y apartan cualquier resistencia.
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