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196 a. CONCRECIÓN DE UN PROPÓSITO. Saber lo que uno quiere es el
197 primer paso, y tal vez el más importante hacia el desarrollo de la persistencia.
198 Un fuerte motivo obliga a uno a superar muchas dificultades.
199 b. DESEO. Es relativamente fácil adquirir y mantener la persistencia en la
200 persecución del objeto de intenso deseo.
201 c. AUTOCONFIANZA. La confianza en la propia capacidad para llevar a
202 cabo un plan estimula a uno a seguir el plan con persistencia. (La
203 autoconfianza puede desarrollarse por medio del principio descrito en el
204 capítulo sobre autosugestión).
205 d. CONCRECIÓN DE LOS PLANES. Los planes organizados, a pesar de
206 que sean poco convincentes y poco prácticos, fomentan la persistencia.
207 e. CONOCIMIENTO PRECISO. Saber que nuestros planes son sólidos y se
208 basan en la experiencia o en la observación fomenta la persistencia; “adivinar”
209 en lugar de “saber” destruye la persistencia.
210 f. COOPERACIÓN. La empatía, la comprensión y una cooperación
211 armoniosa con los demás tienden a desarrollar perseverancia.
212 g. FUERZA DE VOLUNTAD. El hábito de concentrar los propios
213 pensamientos en la construcción de planes para la consecución de un
214 propósito definido induce a la persistencia.
215 h. HÁBITO. La perseverancia es el resultado directo del hábito. La mente
216 absorbe una parte de las experiencias cotidianas de las que se alimenta y se
217 convierte en ellas. El miedo, el peor de todos los enemigos, puede curarse
218 eficazmente con una repetición forzada de actos de valentía. Todo el que ha
219 luchado en una guerra lo sabe muy bien.
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