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INSTITUTO UNIVERSITARIO
DE SEGURIDAD MENCIONES
Arqs. Agustín de la Vega y Matías Beccar Varela (AUTORES)
COLABORADORES: Malcolm Berri (asociado), Lucía Digiácomo (asociada),
Joaquín de la Vega y Juana Repetti
FALLO DEL JURADO
El Jurado destaca la intención volumétrica y expresiva contemporánea de
esta propuesta que, no obstante, no resuelve premisas funcionales básicas
de las bases. Al conformar cuerpos arquitectónicos autónomos para los
distintos programas funcionales, se aleja de una solución compacta y
flexible, deseable para este tipo de arquitectura educacional universitaria.
MEMORIA DE LOS AUTORES
En un contexto urbano dominado por inmensos vacíos de tejido que no
constituyen, sin embargo, espacios verdes o de carácter recreativo real,
la incorporación de grandes equipamientos que doten de vida pública a la
zona sur se inscribe en una extensa línea de recomendaciones del ámbito
urbanístico, que buscan suturar una trama interrumpida y disgregada. En
lo inmediato, el terreno tiene como linderos al propio Instituto Superior
de Seguridad Pública –con el que debe conservar un cierto grado de
interdependencia– y un pequeño fragmento de ciudad consolidada, lugar
hacia donde se abre la parte más pública de nuestro proyecto: la plaza.
El programa se estructura en torno a la decisión de ubicar la totalidad de
las aulas mirando hacia el Sureste: la mejor orientación posible en cuanto
a condiciones de iluminación, óptima para la concentración y la lectura.
Así, una simple crujía de aulas se enhebra sobre un eje de circulación que
recorre todo el edificio y se repite en los cuatro niveles, lo que lo transforma
en el espacio vital fundamental del edificio, con sus amplios corredores
balconeando sobre la planta baja y, a la vez, abriéndose a las vistas largas
de la nueva plaza pública. El programa más público se despliega por
completo en la planta baja, reuniendo en torno al acceso general todas
las funciones de mayor uso e interacción con la plaza y el barrio. El centro
cultural y el auditorio tienen la posibilidad de funcionar tanto integrados a
la actividad del resto del complejo, como de manera independiente.
Traspuestos los controles, una amplia escalera lleva al primer piso –suerte
de piano nobile estudiantil–, con su importante espacio de 4 alturas,
abierto hacia una gran terraza verde y las visuales de la plaza. Del otro
lado del gran vacío central, se ubican dos paquetes programáticos muy
específicos: los laboratorios y la administración.
La ventilación cruzada se garantiza en todas las plantas, incluso con
independencia de la apertura de aulas. Grandes lucarnas funcionan como
toberas de ventilación en verano, al producir un fuerte efecto chimenea.
En invierno, el propio edificio hace de barrera para los fríos vientos del
Sudeste y genera una sucesión de espacios amparados del clima, desde el
inerior del edificio, pasando por las terrazas al sol, hasta la nueva plaza. La
gran profundidad del alero logra bloquear los rayos solares de los meses
más calurosos del año. En invierno, por el contrario, el sol –con sus rayos
más rasantes– es admitido dentro del edificio y hace funcionar el hall
central como un inmenso Muro Trombe, de efecto invernadero. El edificio
cuenta así en su corazón con una verdadera máquina de aprovechamiento
de las propiedades energéticas ambientales, estimuladas por su diseño e
implantación específicos, resultado de una concepción integrada de todos
los criterios de sustentabilidad al acto de proyectar.