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A diferencia de las heridas naturales de cierta
duración, las de los estigmatizados no emi-
ten olores fétidos. Hubo una sola excepción
conocida: la de santa Rita de Casia (1381-
1457), quien habría recibido en su frente una
herida causada por una espina arrancada de
la corona de Jesús crucificado. Aunque su olor
era repulsivo, la herida nunca supuró ni cau-
só ninguna alteración mórbida de los tejidos.
En cambio, al morir, el cadáver de santa Rita
emitía una intensa fragancia dulce.
A veces las heridas emitían aromas exquisitos,
como en los casos de Juana de la Cruz, priora
franciscana del convento de Toledo, y la bea-
ta Lucía Brocadelli de Narni (1476–1544) una
mística católica italiana, beatificada en 1710.
(La información e etraída de https://es.wiki-
pedia.org/wiki/Estigma_(milagro)).
Si desea profundizar el tema haga CLIC AQUÍ:
http://es.catholic.net/op/articulos/1165/cat/119/
los-estigmas-pueden-sucederle-a-cualquiera.html
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