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Por eso la Iglesia nos está invitando a la “Nueva Evangelización”.
           Se  propone  ‘un  nuevo  paradigma’  a  la catequesis:  no  sólo ‘para
           preparar a un sacramento’, sino para introducir/iniciar en la Vida
           Cristiana;  no  sólo  para  enseñar  una  ‘doctrina’,  sino  sobre  todo
           para conducir al encuentro con Jesucristo vivo.

           El Papa Francisco está invitando a la ‘conversión pastoral’ a todos
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           los  cristianos .  Esta  conversión  es  indispensable  para  dar  paso  a
           una propuesta que se define a partir de la relación con Jesús; de
           lo contrario seguiremos haciendo más de lo mismo, y una vez con-
           cluido, nuestros jóvenes no regresan más; lo más triste es que han
           aprendido algunas cosas, pero no se llevan a Jesús.
           La palabra “iniciación” indica la gratuidad de la fe. Para ser cris-
           tiana, necesitamos ser  ‘iniciados/introducidos’ en la experiencia
           de fe en una comunidad eclesial, porque la fe no es un dato o una
           conquista humana, sino que es don, fruto del Espíritu.

           Otro referente clave: se nos invita a volver a la “Inspiración cate-
           cumenal”, esa manera de formar cristianos que diseñaron en los
           primeros siglos. Eran comunidades pequeñas y vivas, capaces de
           atraer,  incluso  en  tiempos  de  persecución.  Los  catecúmenos  vi-
           vían un proceso los introducía en el nuevo estilo de vida: reflexión
           a  partir  de  la  Palabra  de  Dios,  expresivas  celebraciones  y
           ‘entregas’, en clima de oración. Luego de tres años aproximada-
           mente, cuando el catecúmeno era visto capaz de vivir como cris-
           tiano, se le comunicaba que sería bautizado.

           La Iniciación a la Vida Cristiana hoy, es un proceso por el que la
           persona es introducida a la vida cristiana a través de etapas bien
           precisas, que le favorecerán madurar en la fe. Este proceso está
           dirigido  especialmente  a  los  no  bautizados,  pero  también  a  los
           bautizados que no han sido suficientemente evangelizados, y que
           viven en gran parte en la indiferencia religiosa.
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         Francisco. Exhortación “Evangelii Gaudium”, Nº 25-33.
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