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Águila Blanca

           697.  Y se sentaron allí con sus encantamientos y clamaron
           a su dios (121) el Diablo, y allí venia él con una tormenta.  Ahí
           había  alrededor  de treinta  mil,  o  cuarenta  mil  Alemanes,  y
           esa carpa se alzaba y bajaba así. Ellos, y entonces tomaron
           unas tijeras y cortaron una pluma, y la apuntaron para atrás
           así.  Y  estaba  ahí,  haciendo  todos  esos  encantamientos  y
           diciendo las tres palabras santas que ellos dicen: ―El Padre, el
           Hijo, el Espíritu Santo; ¡lu-lu-lu-lu-lu-lu! El Padre, el Hijo, el
           Espíritu  Santo;  ¡lu-lu-lu!‖  Y  seguían  de  esa  manera,  y  en
           realidad vino la tormenta. Seguro.  ―El es el príncipe de los
           poderes del aire‖, Satanás. Y ellos llamaron la tormenta.

           698.  Y ahora, aun esa gran carpa puesta ahí de esa manera,
           oh hermano, la cual cubría como una cuadra de la ciudad; y
           construida de madera de dos pulgadas por cuatro con la lona
           sujetada  encima.  El  viento  entró  por  debajo  de  eso  y  la
           levantó por debajo de eso y la levantó de esa manera. Y ese
           viento entró por debajo de eso y la levantó, de esa manera. Y
           ese  viento,  y  el  relámpago  volando  así,  y  yo  continué
           predicando.  Y,  oh,  ellos  estaban  entrando  en  un  gran
           encantamiento,  continuando  así,  diciendo  esas  palabritas
           santas que ellos decían: ―Las tres altas palabras santas: Padre,
           Hijo y Espíritu Santo‖, por ambos lados así. Entonces lo vi a
           él hincado y rodeado por diablos ahí, pero no estaba atado
           (122).  Y  le  dije  al  Hermano  Lowster:  ―No  interprete  esto‖.
           Dije: ―Hermano Arganbright, sólo ore‖

           699.  Yo dije: ―Señor Dios, Creador de los cielos y la tierra,
           Tú me enviaste aquí, y yo puse mi pie en esta tierra Alemana
           en el Nombre de Jesucristo porque Tú me enviaste aquí. Y
           esa nube no tiene ningún poder sobre mí. No lo tiene, porque
           yo  estoy  ungido  y  enviado  aquí  para  la  salvación  de  esa
           gente‖.  ―Yo    te  ordeno,  en  el    Nombre  de  Jesús,  que    te
           apartes de aquí‖.

           (121) 1Reyes 18:20-40
           (122) Apocalipsis 20:1-2

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