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Castillo de San Felipe de Barajas
Finalizada la construcción de las Murallas de Getsemaní, se vio la
necesidad de fortificar con un bonete el cerro de San Lázaro, para
defender la puerta de la Media Luna, única entrada por tierra desde el
continente. El gobernador Pedro Zapata de Mendoza emprendió su
construcción y consiguió los recursos necesarios, para lo cual acudió a
préstamos de los vecinos.
La obra se realizó en corto tiempo y el 12 de octubre de 1657 estaba
concluida. Es un bonete de forma triangular en la cima del cetro, con
cuatro garitas, aljibe, almacén y alojamiento para los soldados.
Era un pequeño fuerte de campaña, cuya dotación era de ocho cañones
y una guarnición de 20 soldados y cuatro artilleros. Este fuerte, llamado
así en honor de Felipe IV, fue tomado por los franceses comandados
por el barón de Pointis en el año 1697, pero fue pieza clave para la
defensa, cuando, desde sus muros, derrotaron a las tropas inglesas al
mando del almirante Vernon.
La amenaza de una nueva guerra con Inglaterra en el año de 1762,
obligó a pensar en el refuerzo de las defensas en las colonias. El
gobernador don José de Sobremonte encargó entonces al ingeniero
militar Antonio de Arévalo la ejecución de unas obras que convertirían al
castillo en una fortaleza inexpugnable. Construyó las baterías
colaterales, dotadas con 63 cañones. Este conjunto de baterías está
rodeado por una muralla alta con una pendiente tal, que era imposible
de escalar.