Page 138 - Lascivia Noviembre 2017
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Perversiones a la carta






                     Una mirada a ‘La doncella’, cinta del director surcoreano Park Chan-wook



                    Sinuoso itinerario de una muchacha coreana extraída de los bajos fon-

                  dos y contratada por un codicioso esposo colaboracionista para servir a su

                  rica heredera japonesa en un periodo de entreguerras en la primera mi-

                  tad del siglo XX. Tratándose del tristemente célebre período imperial del

                  Sol Naciente, la penetración cultural incide en su compleja estructura na-

                  rrativa mediante una arquitectura palaciega que fusiona las dos naciones

                  del Lejano Oriente y los gustos occidentales propios de la industrializada

                  Inglaterra de entonces.




                    En tal contexto geopolítico transcurre una historia cortesana que, sin es-

                  crúpulos, despliega vínculos interpersonales de sumisión y dominio bajo

                  ópticas de seducción, engaño y fetichismo. Cuando la cámara recorre con

                  gran virtuosismo técnico y estético recintos simétricos atribuidos al sofis-

                  ticado modo de vida oriental, irrumpen simultáneamente aires decadentes

                  o refinados del estilo británico de aquellas épocas posvictorianas. A la don-

                  cella protagónica nada se le escapa en materias de sexo; trata a su patrona

                  como si fuera una muñeca, experimenta el voyerismo y practica relaciones

                  sadomasoquistas para situarse en los peligrosos terrenos colindantes del

                  placer y el dolor.




                    Si perversión es… “el acto de hacer daño intencionalmente”, o de subvertir

                  las llamadas buenas costumbres, el morbo equivale a producir miedo, risa o

                  llanto desde la pantalla. En efecto, el director y coguionista Park Chan-wook

                  se complace en generar emociones fuertes mediante situaciones críticas o

                  quizás escandalosas llevadas al extremo. Es así como no vacila en recrear

                  sobresaltos morbosos en el simple acto de abordar con fascinación una re-

                  sidencia oscura cuyos secretos inconfesables se hallan a plena luz del día,

                  o de cerrar una cremallera y deleitarse con una piel de durazno, o… de pu-

                  yar una muela suelta con el roce de la lengua.




                    Porque este autor surcoreano de puestas en escena terroríficas y de
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