Page 10 - El nuevo zar
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Se daba perfecta cuenta de que para el alma resignada
                                           del sencillo pueblo ruso, abrumada por el trabajo y los

                                                 pesares, y sobre todo por la injusticia y el pecado
                                             continuos —tanto los propios como los ajenos—, no
                                                había mayor necesidad ni consuelo más dulce que

                                                 hallar un santuario o un santo ante el cual caer de
                                                                                    rodillas y adorarlo.




                                                  FIÓDOR DOSTOIEVSKI, Los hermanos Karamázov
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