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La poesía puede tener muchas definiciones, o ninguna; distintos
abordajes y muchos significados.
En la escuela en particular, la poesía puede colisionar con su
abordaje como contenido y entrar en tensión respecto del cómo
trabajarla y cómo disfrutarla. Y también, cómo evaluarla. ¿Es productivo
“tomar” una prueba de poesía?
Una colega me dijo una vez algo así: la poesía sea probablemente
uno de los géneros que menos se leen fuera de la escuela, por eso hay 2
que darla: para que los estudiantes hayan entrado en contacto alguna
vez con ella, al menos una vez en la vida.
Creo enteramente en ello, por eso este poemario que, más allá de
los aciertos y desaciertos formales, de las mejoras posibles, de las
metáforas originales o no, es eso: la vez en la vida -la primera en algunos
casos- en que jóvenes y adultos vivieron la poesía como un medio válido
de expresión personal, de exploración individual y colectiva, de
asombro y de perplejidad, de poder decir y también de quedarnos -
todos- mudos.
Es para agradecer, entonces, la actitud predispuesta a compartir la
palabra de algunos de los estudiantes de cuarto año, y también el talento
generoso de Gabriel Magallanes, alumno de quinto año, que realizó la
bellísima tapa de esta compilación.
Sin pretensiones más que compartir lo que, con distintas técnicas y
luego de distintas lecturas, produjeron los alumnos de 4° C del Anexo
6139 de la E.E.M.P.A. N°6139 “Alfonsina Storni”, de Lehmann – Santa Fe,
va este poemario.
