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La pereza ha sido la culpable de que muchas familias se separen, por la falta de esfuerzo y voluntad para luchar por sus familias, ten mucho cuidado con tus actos y no te hagas coger pereza de las demás personas, porque hay generadores de pereza, la mayoría de cosas son contagiosas, por ende debes eliminar de tu vida esta enfermedad y a todo aquel que la tenga.
Pereza, cuántos sueños te has llevado a la tumba, grandes artistas, grandes actores, comediantes, deportistas, que tuvieron todo para ser exitosos y no lo lograron por culpa de la pereza, puedes que te pase lo mismo que a ellos, más es tu decisión, no olvides ¿el precio de la disciplina o el peso del arrepentimiento?. Siempre que vayas hacer una tarea, misión o propósito despójate de toda pereza y haz todo con amor y energía, empieza a ver el mundo con ojos de turista y no de cotidianidad para que no le cojas pereza a la vida, por estar buscando milagros donde no los hay y por no ver los que ya tienes. Cuando empiezas a amar a la vida empezaras a eliminar toda pereza y aprovechar todo momento y sentido, cuidando hasta el tiempo, porque entenderás qué de tiempo se compone la vida. Quiero mostrarles una historia que nos dará una gran lección de porque debemos dejar de ser esclavos de la pereza.
La historia del caballo perezoso.
“Érase una vez un comerciante que trabajaba con sal y tenía un caballo, el cual le ayudaba a transportar sus bolsas de sal, unas de las rutas más transitadas era en un pueblo vecino donde les tocaba pasar por un puente para llegar allí. el burro era súper perezoso y siempre trabajaba con desánimo y baja energía, un día mientras transitaba en la ruta del puente, de por si el comerciante se quedaba hablando con un amigo, mientras el burro seguía su camino, en una ocasión mientras el burro pasaba por el puente resbaló y cayó en el río cuando las bolsas de sal entraron en contacto con el agua y la mitad de su contenido se disipó, el burro salió del agua y vio que sus bolsas pesaban menos y se le ocurrió una idea que sólo se le puede ocurrir a las mentes perezosas, y fue que cada vez que pasara por el puente aprovechando que su dueño se queda hablando con un amigo, se tiraría al río para así disminuir el peso de las bolsas de sal y evadir su responsabilidad, cuando llegaron al destino donde les comprarían sus bolsas de sal las bolsas pesaban menos, lo que confundía mucho al comerciante, esto pasó una y otra vez hasta qué el comerciante quiso investigar que sucedía; una tarde no se quedó con su amigo como era de costumbre,
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