Y fue cuando la presentó al mundo. “Acá está
SONIA, mi guerrera”-pensó.
Entonces recordó que hay personas a las que se
les puede confiar un secreto, un temor, un
sueño, un éxito o un fracaso.
Y supo que si algo se le podía confiar a ella era
LA VIDA.
¿Cómo lo supo? Simple. Como lo saben las
madres.