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¡...Y ALGO MÁS Y MUCHO MÁS...!

         Cuando Juan era apenas un niño, soñaba con la música. Como
         tenía cinco hermanos, Juan les contó sobre su sueño, y ellos a
         su vez le contaron a su padre, por lo que decidió enseñarle a
         tocar la flauta y mucho tiempo después, la guitarra. Un día, su
         padre tenía que ir al pueblo a enseñarle a unos niños a tocar la
         flauta, Juan lo acompañó y se quedó observando como su padre
         les enseñaba a tocar la flauta y se interesó aún más por la
         música. Días después, Juan salió al patio de su casa a jugar. Él
         tenía una libreta para anotar sus ideas y sus cosas, entonces
         decidió salir a caminar por el campo para pensar y cantar una
         canción. De repente, vio que algo se asomaba detrás de un
         arbusto, y fue caminando hacia el sitio para ver qué era lo que
         había ahí. Cuando llegó, vio una puerta. Se asomó, y el peso de
         su cuerpo lo hizo ir de cabeza hasta el fondo, al caer se encontró
         en  un  mundo  desconocido.  Cuando  llegó  a  ese  mundo,  se
         asustó. Después se puso a recorrer esa tierra, cuando de repente
         vio a lo lejos una casa de la cual salía una melodía hermosa. Al
         ir acercándose a ella, observó que la casa estaba rodeada de
         minas, mina de pasteles para que nadie se acercara. Había un
         troll que gustaba vivir aislado como ermitaño. Así que caminó
         despacio hasta que llegó a una ventana y vio a al extraño ser
         tocando un bajo eléctrico. Cuando el troll se dio cuenta que
         Juan  estaba en  su  ventana, salió  a  perseguirlo. Como  Juan
         sintió que el troll venía hacia él salió corriendo sin acordarse de
         las minas. El troll iba detrás de él y cuando Juan iba corriendo
         apareció un muchacho, que amarró al troll de pies y manos.
         Luego el muchacho y Juan se conocieron y junto con el troll
         entablaron una conversación:

         —Hola, soy Ricky.
         —Hola, soy Juan.
         —¿Qué  haces  por  aquí?  ¿Si  en  este  lugar  yo  soy  el  único
         humano?
         —¿O sea que solo tú y yo estamos en este lugar?
         —Noo, solo en esta parte. Allá hay un río, y al otro lado hay


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