Page 11 - Revista El Directorio edicion 734
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encuentran no son general- mente severas sino leves: no son peligrosas para la vida y en muchos pacientes nunca produ- cirán síntomas. Cuando se co- noce el beneficio del tratamiento, se sabe que es pe- queño (tan pequeño que mu- chas personas, a veces cientos,
deben ser tratadas para que solo una persona se beneficie). Pero más a menudo, el valor de tratar estas anomalías leves simplemente no se conoce.
Lo que se sabe es que hay per- sonas que invariablemente van a salir dañadas por esta estra-
tegia. Es cierto que los daños suelen ser leves: mareo o pér- dida de conocimiento por ex- ceso de medicamentos para la presión arterial, por ejemplo. Pero ocasionalmente son más graves, incluso fatales; El año pasado, por ejemplo, se detuvo un importante estudio sobre el tratamiento intensivo de la dia- betes porque causó más muer- tes.
Pero si bien estos daños son raros, también lo son los bene- ficios, si es que existen. Sin em- bargo, el complejo médico-industrial se ha encar- gado de exagerar sistemática- mente los beneficios y minimizar o ignorar los daños. La realidad es más compleja: la duda acerca si una intervención hace más daño que beneficio suele prevalecer sobre las cer- tezas que se venden.
Y luego hay una pregunta más importante. ¿Cómo afecta la definición como “ausencia de anormalidad” a nuestra percep- ción de qué es la salud? Esta construcción conceptual es de- masiado estrecha y demasiado amplia.
Es demasiado estrecha porque estar saludable es mucho más que luchar para evitar la muerte y la enfermedad. La salud es más que un estado físico: es un estado mental y de ánimo.
Y es a la vez una definición de- masiado amplia porque todos nosotros tenemos anomalías. La construcción comercial de la salud impulsa al sistema a bus- car qué las cosas están mal; una búsqueda que tendrá éxito en la mayoría de nosotros. En- tonces nos sentimos más vulne- rables. Esta vulnerabilidad inducida socava el sentido mismo de bienestar y la capaci- dad de resiliencia que de mu- chas maneras define la salud misma. Considerar la salud como la ausencia de anormali-
dad, por lo tanto, entra en con- flicto con la búsqueda de una sociedad más sana.
Además, la estrategia ha creado una serie de otros problemas: los médicos acaban abrumados por el número de dolencias que se descubren en sus pacientes (y que finalmente distraen de los más importantes); los médicos en formación están cada vez más confundidos sobre quién está realmente enfermo y quién no; los abogados cada vez gozan de más días de golf gra- cias al “lo no diagnosticado”; los pacientes consumen sus recur- sos financieros personales en tratamientos y diagnósticos inú- tiles; y la sociedad está cada vez más agotada y temerosa debido a esta cultura de la en- fermedad. Ah, ¿y he mencio- nado que es un desastre para los costos del cuidado de la salud?
Si usted es uno de los millones de estadounidenses afectados negativamente por el creci- miento implacable de los costos de salud – un empleador que no puede pagar un seguro o un pa- ciente que no puede pagar los medicamentos recetados o que no puede encontrar un seguro adecuado – usted tiene que vol- ver a tomar la responsabilidad de decidir qué significa real- mente la salud y no ceder esa decisión a “expertos” con fuer- tes incentivos financieros.
E incluso si usted es uno de los pocos que no necesita preocu- parse por el dinero, debería re- cuperar esa responsabilidad. Su salud puede depender de ello.
H. Gilbert Welch, a professor of medicine at the Dartmouth Insti- tute for Health Policy and Clini- cal Practice in Hanover, N.H., is the author of “Should I Be Tes- ted for Cancer? Maybe Not and Here’s Why.”
Edición 734 Del 31 de agosto al 06 de Septiembre del 2017
El Directorio Comercial Latino de Montreal 11
Salud