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EDITORIAL
UN CUARTO DE SIGLO
umplir 25 años no es poca cosa. Aunque
Ccon la adrenalina propia de estar buscando
y cazando las últimas noticias relevantes de
la actividad minera, los últimos anuncios y
proyecciones, los nuevos mercados; todo para
adelantarnos a lo que se viene, le hemos hecho
competencia al Tiempo sin darnos cuenta que
venía al lado, marcando el cronómetro.
Así fue hasta ahora, hasta este año en que
paramos en seco. Y junto a la peor crisis sanitaria
y económica de nuestra historia, el Tiempo quiso
avisarnos que ya habíamos corrido parejo 25
años.
Entonces miras a tu costado, miras atrás, las
cosas que hiciste, las personas que estuvieron y
las que todavía están, algunas al lado, y muchas
corriendo cerca.
Y uno se sorprende de todo lo que se hizo,
reconocido o no, porque algo de lo que siempre
Minería: impresionante capacidad humana-que debe generar bienestar
para TODOS- y tenemos una vieja tarea pendiente, hagámosla ahora
Antes de fundar MinerAndina, estuve en otra
revista minera, un par de años. Recuerdo mucho
que tuve el honor de ser la primera periodista
peruana a quien Len Harris –entonces el
primer gerente general de la nueva compañía--
amablemente invitó a visitar Yanacocha, junto
con una periodista extranjera. Subimos a la
mina y empezó a contarnos del oro invisible, del
oro masivo, “lo estás pisando y no lo ves … por
aquí buscaban cobre”, y las famosas piscinas de
eventos mayores y menores y el proceso Merril
Crowe para separar el oro, y es la mina con los
costos más bajos.
Todo para mí era fascinante y quería entenderlo
a la primera. Pero fue cuando me dijeron que
había que remover una tonelada de tierra para
sacar un gramo de oro, que ya mi capacidad
cognitiva se fue a la dimensión desconocida.
Después de mucho rato, mientras volvía de tal
Impulsando el desarrollo del sur lejanía pensé en cuáles habían sido las mentes
brillantes de la ingeniería que habían pensado y
creado todo este mundo para extraer un gramo
de oro de una tonelada. Fue el primer gran
impacto.
Mi segunda gran impresión fue en la década de
los 2000, cuando hablaba con un ejecutivo de
una empresa minera importante en el centro
de Perú y le decía, “¿no te da pena, mirar por
la ventana en la mina y ver tanta pobreza? Y
me respondió que sí, pero que ese no era su
problema, ni de la empresa, sino del Estado,
porque la empresa paga sus impuestos. Más que
sus palabras, me sorprendió una racionalidad sin
ápice de sentimiento. “Si no tienes sensibilidad,
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carecimos, fue el afán
de figurar, de “trepar”,
de aprovecharnos
de. Como se diría
ahora, fueron 25 años
totalmente “orgánicos”,
a pulso, con sangre,
sudor, lágrimas, alegrías
y satisfacciones.
Estoy acá con MinerAndina porque tuve una vena
periodística escondida, porque soy economista
de formación y empecé haciendo periodismo
económico minero; porque tengo un máster en
Ciencias Sociales y creo firmemente en que los
agentes económicos son parte de la dinámica social
e histórica de su entorno. Y a diferencia de mis
colegas economistas, yo estoy “en la cancha con los
agentes económicos”, conociendo su racionalidad y
expectativas, como una vez me hizo notar con sana
envida, un compañero de clase, economista.
no deberías hacer minería”, le respondí molesta y
claro, luego nos enfrascamos en gran debate.
Y una tercera impresión, fue escuchar a un ministro
de energía y minas, decir que iba a ir a facilitar el
diálogo entre una empresa minera y una comunidad
en un lugar bastante remoto, que estaban en
serio conflicto. El fondo del conflicto tenía que ver
obviamente con que la comunidad no tiene acceso
a infraestructura básica, ni colegios, ni centros
de salud y reclama dinero a la mina. Por mucho
tiempo, quizás demasiado, el Estado no se ve como
parte del problema en la conflictividad minera; pues
su “racionalidad” le indica que “son problemas entre
privados”.
Si queremos que los peruanos nos sintamos
orgullosos de nuestra minería, tanto como de
nuestra gastronomía, hay que erradicar el tema
ideológico y abordarlo por la dimensión socio
cultural y emocional, empezando por los mineros.
Es un paquete que no hemos podido armar.
Si los gerentes, empleados y obreros de las empresas
mineras, los funcionarios del MINEM, pudieran
pensar que su trabajo va más allá de cumplir ciertas
metas y objetivos, sino que el fin es sacar al Perú
de la pobreza y que se hace minería para generar
el bienestar de los vecinos, los campesinos, de los
peruanos… ¿qué pasaría si se genera esa mística en
estos grupos? ¿Cómo irradiarían en sus familias y
sus entornos?
Maibí Montoya
Directora
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