Page 18 - Manual Periodistas
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organizada, narcotráfco, desastres y emergencias humanitarias, entre otros, a diferencia de incluso algunas de las víctimas de estos acontecimientos que experimentan el suceso en una sola ocasión, ellos y ellas de manera vicaria, están experimentando cotidianamente este tipo de sucesos porque a eso se dedican, es su trabajo.Los trastornos más frecuentemente observados son: estrés agudo, estrés postraumático y de ansiedad (incluidos los ataques de pánico), síndrome de agotamiento laboral/burn out, depresión, trastornos psico-somáticos y problemas en el consumo de alcohol y drogas; las personas afectadas pocas veces reconocen o identifcan los síntomas; muchos/as de ellos/as no quieren mostrar su vulnerabilidad para no perder su fuente de trabajo, o ser punto de críticas por parte de compañeros/as, tampoco desean preocupar a sus familias de los riesgos y de los efectos que están viviendo y van sumergiéndose en un peligroso aislamiento social; poco a poco se alejan de sus redes de apoyo familiar y social, pudiendo caer en la desesperanza e indefensión, de las que es muy difícil salir sin ayuda profesional. En relación a los “efectos de ser testigos” Susana Velázquez (2003) considera que quienes trabajan con violencia frecuentemente tienden a “encubrir los riesgos a los que están expuestos… y llevan a “naturalizar” o a invisibilizar sus alcances (se experimentan síntomas de los que no se detecta el motivo)”. Velázquez (2003: 268) enfatiza que: “La escucha de los relatos violentos puede situar al profesional entre el exceso y la evitación: o se posiciona demasiado cerca (quedando atrapado en la escena violenta) u opera desde demasiado lejos sin ningún tipo de compromiso subjetivo”.Las y los periodistas por el desarrollo de sus actividades viven un desgaste emocional signifcativo derivado de su trabajo con víctimas de violencia de diversa índole (estructural, comunitaria, interpersonal y auto-infringida); quienes suelen desahogar en ello/as, sus sentimientos de impotencia, indefensión, angustia, rabia, tristeza, dolor; esto, sumado a las condiciones de inequidad, injusticia e impunidad imperantes, que vulneran aún más a la víctima (re-victimizan); hace que los/as periodistas se sobrecarguen de emociones lacerantes, de las que resulta difícil deshacerse. Entre más empática y cercana esté a la víctima, más riesgo corre de saturarse emocionalmente.