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—Era como la cigüeña del cuento —comentó Pau­
            line en una ocasión—. Casi podría decirse que nos tra jo
            en el pico.
                Desde entonces, en la habitación de las herma­
            nas Fossil siempre llamaban «gums» a las cigüeñas.
                Gum había sido una persona muy importante. Co­
            leccionaba algunos de los mejores fósiles del mundo, y
            aunque a muchas personas no les parezca interesan­
            te coleccionar fósiles, para otras son objetos tan fasci­
            nantes y respetables como los sellos. Dado que colec­
            cionaba fósiles, necesitaba un sitio donde ponerlos, y
            así acabó comprando la casa de Cromwell Road. Ésta
            tenía  habitaciones  espaciosas  y  seis  plantas,  inclu­
            yendo el sótano, y en casi todas había fósiles. Natu­
            ralmente, una casa de tales dimensiones precisaba de
            alguien que se ocupara de ella, y Gum pronto encon­
            tró a la persona adecuada. Un sobrino suyo había fa­
            llecido dejando viuda y una hija pequeña. Nada pudo
            parecerle más conveniente que proponer a la viuda
            que se instalara en la casa con su hija Sylvia y la ni­
            ñera, Nana, y que se hiciera cargo de todo. Diez años
            más tarde, la sobrina viuda falleció a su vez, pero
            para entonces la sobrina nieta, Sylvia, había cumpli­
            do dieciséis años y, con la ayuda de Nana, pasó a en­
            cargarse del cuidado de la casa y los fósiles en susti­
            tución de su madre.
                Cuando en la casa no cabía un alfiler, Nana solía
            decir:
                —Señorita Sylvia, querida, haga el favor de decir­
            le a su tío que mientras no se desprenda de algunos
            fósiles no entrará ningún otro por la puerta.
                Nana la intimidaba demasiado para no obedecer la,
            pero a Sylvia la horrorizaba hablar así a su tío abuelo.
            Las consecuencias eran terribles. Primero Gum decía
            que el fósil que abandonara su casa lo haría pasando
            por encima de su cadáver. Luego, cuando se calmaba
            un poco y reconocía que debía deshacerse de algunos,

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