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una llanta! No, con paciencia y pensando en usted, este

               es el resultado.

               Pero por favor no me pegue. ¿Por qué le iba apegar?
               Como la veo con un martillo en la mano y un poco

               acalorada.  Traigo un martillo porque Rina y yo nos

               trepamos al sillón de mi papá para colgar sus diplomas

               y lo despanzurramos. No cabe duda señorita que hoy es

               su día de suerte, tiene ante usted al mejor arreglador de

               sillones, sillas, escritorios de Doctor.

               ¿Me permite pasar?  Adelante, tomé al paciente y lo
               puse patas arriba, evalué el daño, solicité una regla,

               Rina me la facilitó al instante, una vez que tomé nota

               de lo que hacía falta, salí.

               Cuando regresé,  Paulita barría la calle, conocía a la

               Señora porque nos lavaba la ropa y tambien la

               planchaba, me saludó y me invitó a pasar, puse manos a

               la obra, estaba casi acabando, cuando llegaron Rina y
               Renata, ¿y ahora como entró? La puerta estaba abierta

               y Paulita me permitió pasar.

               Ahora después del interrogatorio, quieren sentarse,

               ¡Oiga, usted es un mago! Iluminó con su risa el

               consultorio, y en seguida preguntó: ¿Cuánto le debo?

               La misma respuesta, pediré nuevamente dos favores,

               uno que me permitas hablarles de tú, y el segundo que

               mañana me inviten a cenar.

               ¿Cómo ves, Rina? Bueno, si esto no se vuelve una
               costumbre, aceptamos, hasta el viernes a las siete de la

               noche Guillermo.
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