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                                               Historia social de la  literatura y el  arte








               intelectual y la anécdota desempeñen un papel más importante.  El


               elemento más esencial de su estilo es la caligrafía meramente orna­


               mental, que los maestros franceses intentaron tan penosamente evi­



               tar. Y esta caligrafía es el punto de partida de todo el desarrollo que


               conduce a los ilustradores de moda y a los decoradores escénicos tan


              populares entre la burguesía semieducada y  bien situada.


                         El  intelectualismo,  que,  a  pesar  de  la  fuerte  corriente  intui-



               cionista, forma la tendencia predominante en la literatura francesa,


               representa también  la característica principal  de la nueva  literatu­


               ra en  Inglaterra.  Wilde  no  sólo acepta  la opinión de Matthew Ar-



               nold  de  que  es  el  crítico  el  que  determina  el  clima  intelectual  de


              un  siglo251,  y  no  sólo asiente  a la afirmación de Baudelaire de  que


              todo artista genuino debe ser también crítico,  sino que incluso co­


              loca al  crítico por encima del  artista y  tiende  a  mirar el  mundo a



               través  de  los  ojos del  crítico.  Esto explica el hecho de que su arte,


              como  el  de  sus  contemporáneos,  parezca  habitualmente  tan  dile-


              tantesco.  Casi  todo  lo  que  ellos  producen  semeja  el  juego  virtuo­



              sista de gente bien dotada, que no son, sin embargo, artistas profe­


              sionales.  Pero  si  se  les  puede  creer,  ésta  era  precisamente  la


              impresión  que  querían  suscitar.  Meredith  y  Henry James  se  mue­


              ven en  los fundamentos  del  mismo intelectualismo,  aunque en un



              nivel mucho más elevado.  Si hay en la novela inglesa una tradición


              que  relacione a George  Eliot y  Henry James 252,  descansa  sin duda


              alguna en este intelectualismo.  Desde un punto de vista sociológi­



              co,  comienza con  George  Eliot  una  nueva fase  en  la  historia  de  la


              literatura  inglesa:  la  aparición  de  un  público  lector  nuevo  y  más


              exigente.  Pero  aunque  su  literatura  representaba  un  estrato  inte­


              lectual  muy  por  encima del  público  de  Dickens,  era todavía posi­



              ble  para  grupos  relativamente  grandes  de  lectores  disfrutar  de


              George  Eliot,  mientras  que  Meredith  y  Henry James  eran  leídos


              solamente  por  un  estrato  bastante  pequeño  de  la  intelectualidad,



              cuyos miembros  no esperaban ya una novela que les proporcionase


              una acción conmovedora y  unos personajes coloristas,  como el pú­


              blico  de  Dickens y George  Eliot,  sino  ante  todo  una  novela de  un




                        2>1  L.  Cazamian, Le román et les idées en Angleterre (1880-1900),  1935, pág.  167.

                        252  F.  R.  Leavis, The Great Tradition,  1948, passim.






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