Page 277 - EL Rincón de Liliana
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bote de plástico en una mano, para transportar
                tan importante néctar,  y en la otra una vara
               que servía para ahuyentar a los perros que con
               sus ladridos, amenazaban mi tranquilidad, no
                obstante haber recogido en el camino, las más
               sólidas piedras para contrarrestar los ataques,
               en caso de que estos sucedieran, nunca me sentí
                 más solo, ni sentí tanto miedo como cuando
              recorría esos cinco kilómetros, entre ladridos de
               perros que parecían caballos, y los ruidos de la
                madrugada que me acosaban durante todo el
                                      trayecto.


               Mis pensamientos redundaban en torno a una
                 ausente inspiración, y musitaba incipientes
                  versos tratando de emular a algún poeta,
                    mismos que a volver a casa trataba de
               recuperar, sin tener éxito, y terminaba siempre
                           rompiendo lo que escribía.

               Durante el día , me refugiaba en un cuartito de
              madera que habíamos construido como casa del
                  árbol, únicamente que a falta de árbol, lo
                     hicimos en un rincón del terreno, y lo
               bautizamos con el nombre de “el local”, ese era
                  mi refugio, ahí convocaba yo a las musas,
               intentando seducirlas para que me llenaran de
               inspiración, pero nunca vinieron, ahí torturaba
                yo una vieja guitarra que gemía y se quejaba

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