Page 24 - Revista Nuevos Aires de Bolívar (Nº 17)
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Nuevos Aires
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Benito Costoya
(adiestrador de palomas)
Si existe un lugar emblemático donde se este caso, era Buenos Aires, y más preci-
las relaciona mentalmente y se las en- samente, la Plaza de Mayo. Así fue que
cuentra en la realidad, es en Plaza de Ma- haciendo uso de su silbato, Benito comen-
yo. Algunos las consideran una plaga, zó a hacer volar a sus palomas. Por las
otros les tienen fobia (no sólo por sus noches volvía a su casa de Costanera jun-
vuelos rasantes, sino más que nada por to a sus amigas plumíferas y su dinero
ciertas descargas que realizan sin mirar a ganado por las propinas.
quien), y otros simplemente las odian.
Pero también están los que las quieren, La Municipalidad de aquella época ob-
como los vendedores de maíz, y aquellos servó que la "suelta de palomas" atraía
que gustan de darles de comer. gente y aplausos, así que decidió darle
una mano económica para la manuten-
Por supuesto que estamos hablando de ción de sus aves y presentarlas en fiestas
las palomas, animal-símbolo de nuestras patrias y otras conmemoraciones a modo
plazas y de algunas cúpulas abandonadas de atractivo.
allá en las alturas. Pero en esta ocasión
Revista Nuevos Aires de Bolívar te va a En 1937 Benito falleció y con él se ter-
contar la curiosa y (casi) desconocida his- minaron los vuelos programados. Sin em-
toria de las que habitan la Plaza que se bargo, las palomas decidieron quedarse
encuentra frente al Congreso de la Na- entre los árboles del barrio y los edificios
ción, y que muchos no dejan de ver cierta vecinos. Con el tiempo se fueron reprodu-
semejanza entre lo que suelen hacer estas ciendo hasta convertirse en parte del pai-
aves… y los que trabajan en el interior de saje de la Plaza de Mayo y en testigos pri-
tan importante edificio. vilegiados de muchos de los importantes
acontecimientos que forman parte de
A mediados de la década del 30, en las nuestra historia.
inmediaciones de la Costanera Sur vivía
un humilde jubilado, Benito Costoya, que
se dedicaba a la crianza de palomas. Te-
nía a su alrededor muchas de varias espe-
cies y adiestradas de tal manera que Beni-
to tocaba un silbato y las aves iban a co-
mer, volaban o simplemente lo seguían.
Un buen amigo le sugirió que sacara
provecho de eso y mostrara sus palomas
al mundo. Vale aclarar que el mundo, en