Page 137 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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EL PRINCIPE 99
no hay manera de saber lo que quiere o piensa hacer, y na-
die puede fiarse de sus decisiones 5.
Un príncipe, por tanto, debe pedir siempre consejo, pero
cuando él quiera y no cuando quieran los demás; debe in-
cluso desanimar a quienes quieran aconsejarle sobre algo,
sin que se les haya pedido consejo. Pero al mismo tiempo
ha de ser solícito y muy preguntón, y luego paciente audi-
tor de toda la verdad e incluso enojarse al saber que al-
guien por un cierto respeto no se la ha contado. Muchos
creen que el príncipe que da de sí opinión de prudente, es
tenido por tal no por su propia naturaleza sino por los bue-
nos consejos de los que le rodean; y sin duda se engañan.
Porque ésta es una regla que no falla nunca: que un prín-
cipe que no sea inteligente por sí mismo no puede nunca
ser bien aconsejado, a menos que por casualidad caiga en
manos de un único hombre prudentísimo que lo gobierne
en todo. ·
En este caso podría estar bien aconsejado pero duraría
poco; porque al poco tiempo este gobernador le arrebata-
ría el estado. Y si se deja aconsejar por más de uno, un prín-
cipe que no sea sabio no recibirá nunca consejos coheren-
tes ni sabrá unificarlos por sí mismo; cada consejero pen-
sará en su propio interés y él no sabrá ni penarles ni re-
conocer su naturaleza. Y no puedes encontrar otra clase de
consejeros, porque los hombres siempre te saldrán malos,
a menos que la necesidad les haga buenos. Por eso hay que
concluir que los buenos consejos, vengan de quien vengan,
han de nacer de la prudencia del príncipe y no la pruden-
cia del príncipe de los buenos consejos.
) Sobre el emperador y su modo de actuar, ver el Rapporto del/e cose
della Magna /atto questo di 17 giugno 1508, Legazioni, IV.