Page 95 - e-book
P. 95

AUTOR                                                                                               Libro







                                                     Repetición




                     No estaba segura de qué demonios estaba haciendo allí.
                     ¿Es que estaba intentando empujarme de nuevo hacia el estado de estupor
               zombi? ¿Me había vuelto masoquista, había desarrollado una afición a la tortura?
               Debería haberme ido directamente a La Push. Me sentía mucho, mucho mejor cerca
               de Jacob. Comportarme de esa manera no era precisamente lo más cuerdo por mi
               parte.
                     No obstante, seguí conduciendo lentamente a través del camino zigzagueante
               lleno de maleza, entre los árboles que se arqueaban sobre mí como un verde túnel
               vivo. Tanto me temblaban las manos que las apreté con fuerza en torno al volante.
                     Era consciente de que parte de mi motivación para hacer esto era la pesadilla;
               ahora que estaba realmente despierta, la vaciedad del sueño me carcomía los nervios,
               como si fuera un perro jugueteando con un hueso. Había algo que tenía que buscar.
               Algo imposible e inalcanzable, atemorizador y enajenador, pero estaba allí fuera, en
               alguna parte. Debía creer que era así.
                     Por otro lado, estaba esa extraña sensación de repetición que había sentido hoy
               en el colegio, la coincidencia de fechas. El sentimiento de que estaba empezando de
               nuevo, de que todo transcurría como si realmente fuera mi primer día en el instituto
               y yo fuera la persona más rara que había aquella tarde en la cafetería.
                     Las palabras se precipitaban por mi mente, monótonas, como si las estuviera
               leyendo y no como si se las estuviera oyendo decir:
                     Será como si nunca hubiese existido.
                     Me mentía cuando dividía en dos partes mi argumentación para venir aquí. No
               quería admitir la motivación más fuerte porque sonaba a perturbación mental.
                     La verdad es que quería volver a oírle, como le había oído en el extraño delirio
               del viernes por la noche. Durante aquellos escasos momentos, cuando su voz llegó
               desde alguna parte de mi inconsciente, cuando sonó perfecta, tan dulce como la miel,
               mucho mejor que en ese pálido eco que mi memoria era capaz de evocar, pude
               recordarle sin dolor. Pero no había durado; la pena me había superado, como yo
               sabía   que   ocurriría   con   certeza,   y   como   demostraba   esta   misión   de   locos.   Sin

               embargo, los preciosos instantes en los que pudiera volver a oírle eran un señuelo
               irresistible. Tenía que encontrar el modo de poder repetir la experiencia... o quizás
               sería más preciso decir «el episodio».
                     Tenía la esperanza de que esa sensación de déjà vu fuera la clave. Por eso iba a
               su casa,  un lugar donde no había estado desde el día fatídico de mi fiesta de
               cumpleaños, hacía ya tantos meses.
                     La   densa   maleza,   casi   como   una   jungla,   se   deslizaba   lentamente   por   las




                                                                                                     - 95 -
   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100