Page 213 - mago de oz
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—Lo es de  veras  —repuso el Leñador,  muy
            complacido—.  ¿Pero es un corazón bondadoso?


            —Muchísimo. —Oz puso el corazón en el pecho

            del  paciente  y  volvió  a  colocar  la  tapa  del
            orificio,  soldando  las coyunturas  con  gran

            cuidado—. Ya está. Ahora tienes un corazón del
            que  cualquiera  se  sentiría  orgulloso.  Lamento

            haber  tenido  que  ponerte  un  remiendo  en  el
            pecho, pero fue inevitable.


            —El  remiendo  no  importa  —exclamó  el  feliz

            Leñador—.  Te  estoy  muy  agradecido  y  jamás
            olvidaré tu bondad.


            —Ni lo menciones —dijo el Mago.


            El Leñador volvió al lado de sus amigos, los que

            lo felicitaron sinceramente por su gran fortuna.


            El  León  fue  entonces  a  llamar  a  la  puerta  del
            salón.


            —Adelante —invitó Oz.






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