Page 273 - mago de oz
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también lloraba al despedirse así de sus queridos
            camaradas.


            Glinda  la  Bondadosa  descendió  de  su  trono  de

            rubíes para dar a la niña el beso de despedida, y
            Dorothy  le  agradeció  por  los  beneficios  que

            había concedido a ella y a sus amigos.


            Después  tomó  a  Toto  en  sus  brazos  y, habiendo
            dicho  adiós  una  vez  más,  unió  los  talones  tres

            veces seguidas.


            —¡Llévenme de regreso a casa de tía Em!


            Al  instante  se  encontró  girando  en  el  aire,  tan
            velozmente  que  no  pudo  ver  nada  ni sentir  otra

            cosa  que  el viento  que  silbaba  en sus  oídos.  Los
            zapatos  de  plata  dieron  tres  pasos  y  se

            detuvieron  luego  con  tal  brusquedad  que  la
            niña  rodó  varias  veces  sobre  la hierba  antes de

            descubrir dónde estaba.


            Luego, al fin, se sentó para mirar a su alrededor.


            —"¡Dios bendito!" —exclamó.



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