Page 72 - mago de oz
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asustado  por  esto,  le  hizo  señales  a    la    niña
            para    que    lo    socorriera,    mas    ella    no    le

            entendió.    El León tampoco  podía  comprender
            qué  le  pasaba.  Pero  el  Espantapájaros  tomó  la

            aceitera de la cesta de Dorothy y  echó  aceite  en
            la  quijada  del  Leñador,  y  al  cabo  de  pocos

            minutos  el  hombre  de  hojalata  pudo  volver  a
            hablar como siempre.


            —Esto  me  enseñará  a  mirar  por  dónde  camino

            —dijo  entonces—.  Si  llegara  a  matar  a  otro
            bicho  es  seguro  que  volvería  a  llorar,  y  las

            lágrimas me oxidan la mandíbula de tal manera
            que me es imposible hablar.


            De  allí  en  adelante  marchó  con  gran  cuidado,

            fijos  los  ojos  en  el  camino,  y  al  ver  alguna
            hormiga  u  otro  insecto  que  se  arrastraba  por

            tierra, se apartaba con rapidez a fin de no hacerle
            daño. El Leñador de Hojalata sabía muy bien que

            no  tenía  corazón,  razón  por la  cual  se  esforzaba
            más  que todos  por  no ser  cruel  con nada  ni con

            nadie.




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