Page 9 - En el corazón del bosque
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volver. Y así, sin titubear, corrió todo lo que pudo para alejarse de aquel hombre,
dejando tras de sí una estela de polvo. La estela se elevó hasta convertirse en una
nube oscura, que descargó durante el resto de la mañana sobre los jardines y
arriates recién plantados en primavera, haciendo que los aldeanos tosieran y
escupieran durante horas, sin que Noah se percatara siquiera de que había sido
responsable de aquella pequeña calamidad.
No aminoró el paso hasta que estuvo seguro de que ya no lo perseguían, y
entonces cayó en la cuenta de que la manzana del bolsillo izquierdo se le había
caído mientras corría.
« Qué más da —se resignó—. Todavía me queda la del derecho» .
Pero no: esa manzana tampoco estaba, y ni siquiera la había oído caer.
« ¡Jo, qué rabia! —pensó—. Pero al menos me queda la que tengo en la
mano…» .
Pero no: ésa también había desaparecido en algún punto del camino, sin que
él lo advirtiera.
« Qué extraño» , se dijo, y prosiguió su camino, un poco desanimado ahora,
tratando de no pensar en el hambre que tenía. Un mordisco de manzana, después
de todo, difícilmente constituye un desayuno adecuado para un niño de ocho
años, en especial para un niño que ha salido a ver mundo y correr grandes
aventuras.