Page 73 - Coleccion d elibros de lectura
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Rodolfo Urich


                  Cuando juntaron mucha resina, si tienen caballo, se la
                  suben encima. Sólo que la cuidan para que no se caiga.
                  En otros pueblos, si está lejos donde van a chiclear, hacen
                  un campamento donde viven hasta terminar de trabajar.
                      Hay otros lugares donde, si no están muy lejos, con
                  bicicleta llevan la resina a sus casas. Hay chicleros que
                  diariamente lo llevan al lugar donde se va a sancochar,
                  lo echan en la bolsa grande, en el “chivo”. Las personas

                  que no dejan que se junte, cuando lo sancochan dicen que
                  la resina nueva está sabrosa porque no está aceda.





                                        Zenaida


                                        El objeto donde lo miden tiene diferentes tamaños o
                                        medidas, hay chicos así como grandes, de medio y de un
                                        kilo. Además, en el lugar donde lo van a comprar lo tienen
                                        que medir.
                                            Si ya terminaron de realizar la actividad, tendrán que
                                        lavar los utensilios que sirvieron. Y hay personas que si
                                        saben que van a hacer chicle el año que viene, levantan
                                        los utensilios que sirvieron; si no, los tiran. Los árboles

                                        no se pueden chiclear más que cada cuatro o cinco años,
                                        cuando la corteza ya se curó.
                                            El chicle se puede ir a vender sólo a ciertos lugares, en
                                        donde acostumbran comprarlo: la cooperativa o personas
                                        que lo compran para venderlo otra vez.
                                            Y luego se va muy lejos, para que también lo
                                        mastiquen los hijos de los que compran el chicle.









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