Page 85 - Huasipungo - Jorge Icaza
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J o R G E e A ·Z A
a otros para abrazarse -rugen al sentirse clava-
dos-.
Al desgajarse las r~rnas secas de los matorrales
se quejan con lamento chillón. Alborota el agua en
las acequias, y amasa lodo en los caminos y en los
surcos. Los truenOs, el viento, el agua,fíltranse por
la garganta de las montañas, por las rajaduras de
las peñas, por las quebradas, arman· una orquesta
de gritos: voces de bajo, voces de tiple, voces ulu-
lan tes, bocas de caverna que hacen ejercicios de
solfeo. Sólo el hombre se arrincona ·calladito en el
pliegue más insignificante de la natur.aieza, pero
es sorprendido por ta tempestad que desbarata to-
do refugió. Los indios, parados como espantajos
de sementera, se dejan abofetear por la lluvia: pen-
s.ando: "ya pasará". Mas el aguacero arrecia sem-
brando espanto.
De vez en vez el fósforo del relámpago orienta
a los indios hacia un sitio que parece brindar a-
brigo, pero el agua les ha tornado la delantera. Un
zigzag de luz, tal vez el último, -la tempestad con
su furia de agua y viento· va apagando todo bri-
llo--les da tiempo para arrastrarse hasta un mon-
tón de lodo que ellos le to'maron como refu-
gio seguro; entonces, desalentados, perdidos
en la tormenta, calados de fdo y de agua
86 hasta los huesos, caen donde están, escon-
Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"