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2. Lea Gálatas 6.7– 10 .
A. Dios reconoce que nos cansamos de nuestras luchas contra el pecado (v. 9 ). Una vez
que usted se percata de su necesidad de mantener bajo control sus pensamientos (plantar
las semillas apropiadas), ¿qué hace si se siente tentado a ceder a la fatiga espiritual?
B. ¿Cuáles son los beneficios que se pueden cosechar al tener centrados en Dios nuestros
pensamientos?
3. Proverbios 4.20– 23 nos amonesta que prestemos mucha atención a lo que Dios dice.
A. Debemos guardar sus palabras no solo en nuestra vista sino también en nuestros
corazones. ¿Cuál es la diferencia entre estas dos ideas?
B. Al corazón se lo compara con un «manantial» de vida. Busque en un diccionario la palabra
«manantial». A su juicio, ¿por qué se usa esta palabra en el versículo 23 ?
C. Usted ha oído la expresión: «Eres lo que comes». ¿Cree usted que también es lo que
piensa? Dé algunos ejemplos.
4. En 2 Corintios 10.3– 5 Pablo nos recuerda que aun cuando vivimos en el mundo no debemos
ser parte de él (v. 3 ). Reconoce que la vida es una lucha y nos recuerda que se nos ha dado el
«poder divino» (v. 4 ) para ayudarnos a ganar la batalla.
A. El versículo 5 nos dice que «llevemos cautivos» nuestros pensamientos, sujetándolos a la
obediencia a Cristo. ¿Cómo podemos hacer esto? ¿Qué debemos hacer con estos
pensamientos, una vez que los hayamos capturado?
B. ¿Cómo puede usted decirle que no a sus pensamientos errados, impuros e impíos, y
rehusar darles entradas? ¿De qué manera puede ser esto como una batalla?
Sea las manos de Jesús
1. Piense por un momento en un lote de terreno fértil. ¿Hay más trabajo en la tarea de plantar o
de desyerbar? ¿Qué ocurre si se descuida esto último? ¿Qué mercado existe para la venta de
hierbas malas? ¿Sembraría alguien hierbas malas a propósito? Traduzca estas preguntas a la
práctica para hacer una evaluación de sus pensamientos. Decida hoy sembrar rosas y, con la
ayuda de Dios, mantener a raya los espinos.
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