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Modelo, DJ y empresaria de una fami-
lia paisa tradicional y conservadora, con
una madre que ha sido mamá-papá en
la vida de Natalia y de su hermano, hoy
cuenta con trayectoria de más de 20
años en el modelaje siendo figura repre-
sentante de la belleza de la mujer co-
lombiana en el mundo.
Una mujer sin miedos, así es como se
ve y se reconoce a Natalia por todo su
trabajado y dedicación. Para muchos es
una gran sorpresa que esta mujer em-
poderada de sus curvas fuera tímida y
un poco solitaria cuando estaba en la
escuela pero esto no le impidió vivir una
experiencia única en su infancia en don-
de jugaba en las calles viviendo la vida
tradicional de barrio como ella lo afirma.
Esta mujer de grandes metas, comenta
que la música llegó a su vida a través
su familia, creció escuchando bandas de
jazz en su casa, además desde pequeña
recibió clases de solfeo, piano y flauta
y su abuela tocaba el piano a la perfec-
ción y le inculcó el amor por la música al
igual que su madre con la flauta traver-
sa, y ahora Natalia está incursionando
como DJ y ha llegado a la música para
quedarse.
¿Siempre quiso ser DJ?
“Ha sido un sueño latente en mi vida
SIEMPRE, desde que estaba en el cole-
gio soñaba con serlo algún día, de he-
cho, era yo la que en el colegio colocaba
la música en las fiestas y en las obras
de teatro”.
En cuanto a los obstáculos que ha teni-
do que vencer para lograr ser la reco-
nocida DJ que es hoy, confiesa que han
sido muchos, sobre todo los prejuicios
erróneos de la gente que la han criticado
fuertemente. Pero afirma que le hacen
un favor ya que la han impulsado a lu-
char más por este sueño y a no bajar
la guardia, a prepararse, estudiar y ser
cada día mejor. Por otra parte, considera
un regalo del universo poder dedicarse a
la música y que le paguen por hacer lo
que tanto le gusta y agradece a dos de
sus amigos que en sus inicios le dieron
tips que le ayudaron mucho.
¿Cuál ha sido su mejor momento como
DJ y por qué?
“He tenido muchos, pero hace poco hice
una gira por Europa, en donde fui DJ re-
sidente por el verano de un bar muy im-
portante y una noche cualquiera después
de tocar tres tiras sin parar, el dueño del
bar me pidió que por favor no parara,
que no había tenido el bar así a reven-
tar hacía mucho tiempo y toqué hasta el
8 revistaMeJOriN.