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En los países del Sur global, descrecimiento equitativo
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Miguel Valencia Mulkay
A lo largo de varios siglos, los países del Sur global, entre ellos México, han sido colonizados
implacablemente por Occidente, por sus ideologías de progreso y desarrollo, culto a la ciencia y la
tecnología, conceptos de riqueza y pobreza, de crecimiento perpetuo, y sobre todo por esa pareja
infernal: los conceptos de escasez/abundancia. Han adoptado la religión de la economía que
transforma la abundancia natural en escasez, por medio de la creación artificial de las necesidades,
a través de la apropiación de la Naturaleza y su mercantilización. Han aprendido a envenenar sus
suelos, ríos, lagos y mares; a contaminar sus atmósferas, sus alimentos y sus mentes; a despreciar
su diversidad biológica, sus culturas milenarias, sus comunidades, pueblos y barrios; a
mercantilizar todo, incluyendo a la Naturaleza, sus personas y sus dependientes. Han fomentado la
opulencia, el despilfarro, la desigualdad, la militarización, la productividad, la competitividad y los
grandes consumos de agua, gas, gasolina, metales, maderas, plásticos, tierras. Han adoptado las
certidumbres y el imaginario de los países del Norte. Han abandonado su diferenciación cultural.
Por su parte, los países del Norte global han visto aumentar, a lo largo de más de seis décadas,
su nivel material de vida, acompañada de una baja indiscutible en la felicidad real, debido a la
degradación efectiva de sus datos humanos fundamentales. Han visto crecer rápidamente las
depresiones, las angustias, el stress, los trastornos alimentarios, las sociopatías, el suicidio,
patologías mentales, la toxicomanía (drogas, alcohol, juegos de azar y de dinero), la violencia
ambiental (explotación económica, agresión publicitaria, diversiones alienantes, contaminación
visual y sonora), la violencia física y psicológica, intrafamiliar, escolar ‒sus escuelas se han
convertido en los lugares más violentos y agresivos‒.
Han sufrido el aumento radical en la angustia del desempleo, la vigilancia policial y el voyerismo,
la duración del trabajo, el consumo de productos químicos; han padecido la explosión del
consumismo, el productivismo, la xenofobia, el pensamiento autoritario, los integrismos sectarios,
religiosos, políticos y económicos. El crecimiento económico les ha traído la desorientación, la
perdida de referentes y el colapso físico y mental de la persona humana. El desarrollo de los países
del Norte Global se ha logrado y se sostiene por el saqueo de los bienes comunes de los países del
Sur global: extractivismo, esclavitud disfrazada de empleo y devastación de las culturas vernáculas,
entre otros.
En los países del Sur y del Norte, es imperativo salir de la religión de la economía y del culto a
la ciencia y la tecnología: es mundial el desquiciamiento climático, ecológico, cultural, social,
institucional, político, simbólico, creado por el crecimiento. Las escuelas, los medios y las nuevas
tecnologías destruyen igualmente las mentes de los pueblos y las naciones; la descolonización del
imaginario social es una tarea obligada en todas las comunidades del mundo. Las alianzas
internacionales son indudablemente necesarias para hacer frente a esta guerra global de los ricos y
poderosos contra la gran mayoría de la población: “tenemos amenazas comunes que no se pueden
afrontar sólo a nivel local o nacional”. La acción global es urgente, no obstante, el rechazo al
crecimiento y la búsqueda del “Buen Vivir” requiere de modos, formas, maneras y acciones
diferentes en cada comunidad, municipio, ciudad, estado o país, de acuerdo a sus matrices ‒agua,
suelo, clima, culturas, historia, geografía, sociología, economía y situación geopolítica. Las alianzas
locales y las alianzas internacionales se reforzarían mutuamente si se toman en cuenta los factores
señalados.
* En el marco de las actividades preparatorias de la 2018 North South Conference ,en Degrowth-Decrecimiento,
Mexico City http://degrowth. descrecimiento.org/