Page 4 - PORTFOLIO G.I.C.E.
P. 4
3 2019 - 2020
nuevas generaciones, con la más completa libertad, la más austera reserva en
la creación de sus normas de vida y el respeto más religioso para cuantas
sinceras convicciones consagra la Historia.
Pretende aflorar el interés de sus alumnos hacia una gran cultura general,
múltiplemente orientada; procura que se asimile aquel todo de conocimientos
(humanidades) que cada época especialmente pide, para construir luego en
ella, según les sea posible, una educación profesional de acuerdo con sus
capacidades y vocación, elegida más a conciencia de lo que es uso; tiende a
formarlos para ser en su día científicos, literatos, abogados, médicos, ingenieros
industriales...; pero sobre eso, y antes que todo, hombres, personas capaces de
tener un ideal, de gobernar con sustantividad su propia vida y de crearla
mediante la grata asociación de todas sus facultades.
El termino Escuela Nueva se hace referencia a todo un conjunto de principios
que aparecen a finales del siglo XIX y se asienta en el primer tercio del siglo XX
como opción ante la enseñanza tradicional. Estos principios provinieron
generalmente de una nueva comprensión de las necesidades de la infancia.
Ella misma, considera un modelo didáctico y educativo totalmente diferente a
la tradicional: transformó al niño en el centro del proceso de enseñanza y
aprendizaje, hecho que se ha nombrado “paidocentrismo”; mientras que el
profesor, dejará de ser el punto de referencia fundamental, o sea, habrá un
cierto magistrocentrismo con el fin de transformarse en una figura dinamizadora
de la vida en el aula, al servicio de los intereses y necesidades de los alumnos.
La Escuela Nueva aparece en Europa en un contexto histórico adecuado, ya
que sus principios educativos, su metodología y su práctica escolar encajan a
la perfección con el modelo de enseñanza que necesitan y quieren las nuevas
clases medias, ya formadas como las fuerzas más modernas y progresistas de
una sociedad que empieza una gran etapa de cambios y progreso en campos
tan diferentes como el político y social o el industrial y tecnológico.
La llegada de la Segunda República significó la creación de un sistema político
que tuvo en la educación uno de sus pilares fundamentales, tanto por la
comprobación del abandono en el que estaba, como por la necesidad de
proponer en la práctica grandes cambios en un sentido progresista, dentro de
un proyecto más grande de creación de un Estado del bienestar, al pensar que
la educación es como un motor de transformación social, partiendo, eso sí, de
los movimientos de renovación pedagógica que se habían iniciado con
la Institución Libre de Enseñanza. Tres políticos se destacaron en el impulso a la
educación: los ministros Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, que
ocuparon la cartera de Instrucción Pública, y Rodolfo Llopis, director general de
Primera Enseñanza.
En el nivel universitario se plantearon menos reformas. Una de las más
destacadas fue la regulación de la cuestión de las reclamaciones de los
alumnos a las calificaciones. La República creó la Universidad Internacional de
Santander.
La llegada del centro-derecha al poder en el año 1933 propuso importantes
cambios del proyecto progresista educativo del bienio reformista, en la línea de
lo que se ha nombrado “contrarreforma”, en un sentido conservador. La