Page 19 - Parlante 3. Revista. Final
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¡Primer Lugar! Alex NJ.
6° Semestre Primer lugar en
convocatoria literaria.
Llegaste a mi vida cómo la luna. Apareciste en un momento no muy indicado, como
cuando son las 4 o 5 de la tercera y volteas al cielo. Ves el sol que poco a poco va alum-
brando más tenuemente y pintando de naranja el entorno. Pero hay algo que no
cuadra. La luna. Ves a la luna ahí y piensas que es muy pronto que para que aparezca.
Aún así, la admiras, contemplas la belleza de un cuerpo que a pesar de que obtiene su
brillo del sol, nos parece aún más hermoso. A pesar de su la prontitud de su aparición,
no te extrañas, no te inmutas y decides solo disfrutar el suceso. De esa manera, de esa
manera llegaste tú a mi vida.
Un día, descubres que debido al movimiento de la luna al rededor de nuestro planeta y
al movimiento de este mismo, es completamente normal y común que la luna se vea a
esas horas de la tarde o incluso al amanecer. Dejas de cuestionarlo y empiezas a gozar
cada vez más el fenómeno. Se acaba esa negación del sentimiento que te causa lo que
antes te importunaba. Y ahora el atardecer cobra significado, pues anuncia la llegada
de tu nuevo ser amado. Que cada noche te visita y tú con gusto la contemplas.
No cabe duda, me he enamorado.
Por mucho ha pasado y mucho de ella han dicho. Se habla de si en su superficie
estuvieron, de si eso era posible o si la gente solo murmura lo que escucha. Pero
solo tú sabes, pues te has tomado el tiempo de escuchar sus historias y te da igual si
otros hombres pisaron su suelo. Selene, tu nueva amada que te corresponde.
Ahora la tierra está en armonía, pues ese satélite saldrá cada noche. Lo verás y te
alegraras. El clima es perfecto gracias a ella, es simplemente lo que necesitas.
Comodidad, bienestar, alegría, placer, el claro de la noche, todo eso significa su
presencia en tu vida. Más no eres el sol, no eres la tierra. No soy el sol. No soy la
tierra para que orbites a mí al rededor. Sólo soy un humano, uno que ahora tiene
que esperar a que llegue la noche para verte y admirarte a lo lejos, desde aquí,
desde la tierra.
Y el mismo daño causaría que la luna dejase la
tierra a que tú me dejes a mí.
Cartas a la luna. 18