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EL CALOR QUE VIENE que el agente destructor no es la temperatura sino el fuego).
Hasta entonces, yo nunca había oído hablar de la tempe-
ratura de bulbo térmico, una situación de extrema humedad
POR NOSOTROS en la que 35 grados resultan insoportables para el cuerpo
humano, por lo que no imaginaba lo cerca que estamos del
precipicio.
Otro libro recién publicado me confrontó con la dimensión
de esta amenaza.
El título apela justificadamente al sensacionalismo: The
¿Por qué no estamos preparándonos para el calor extremo por venir? Por un lado, heat will kill you first, de Jeff Goodell, combina reportajes
están los negacionistas que no creen que haya nada de qué preocuparse y por el otro con capítulos de divulgación científica para comunicar lo
están los activistas comprometidos con evitarlo vulnerables que somos ante los extremos de calor que el
cambio climático ya está provocando.
Al comienzo de la obra hay una lista de datos contunden-
POR JORGE COMENSAL modesto adelanto de lo que nos espera. tes, entre los que rescato uno muy relevante para América
¿Se acuerdan cuando se discutía sobre el calentamiento Latina: en la actualidad, alrededor de 30 millones de perso-
stamos atravesando la temporada más calurosa global causado por las emisiones de gases de efecto inver- nas viven en zonas de calor extremo (cuya temperatura
de la historia moderna. A lo largo de junio y julio, nadero? anual promedio alcanza los 30 grados); en 2070 serán 2.000
el promedio global de la temperatura ha superado En algún momento se tomó la sospechosa decisión de millones.
Etodos los récords precedentes. hablar más bien de “cambio climático”, que es un término Este cálculo no significa que la población aumentará en
Se han sufrido prolongadas olas de calor alrededor del más abarcador, pero también más etéreo, técnico, inofen- esos lugares, sino que las regiones tórridas se extenderán
mundo, el agua del Atlántico norte es un caldo insólito (se sivo. muchísimo, ocupando la mayor parte de la India, el Sudeste
teme que una de sus corrientes marinas cruciales colapse En efecto, el clima está cambiando de muchas formas, asiático, el Sahel y la América tropical.
antes de lo previsto) y la Antártida, en pleno invierno austral pero la primera y más tremenda manifestación de ese Además del perjuicio a la salud y la calidad de vida de casi
y con el Niño apenas comenzando, ha tenido extensiones de cambio es el calor, un calor que la especie humana nunca ha una cuarta parte de la población mundial, esto comprome-
hielo marino muy por debajo de lo normal. experimentado y que, por lo tanto, no está preparada para terá la productividad agrícola, lo cual propiciará la migra-
En México, han muerto más de doscientas personas por enfrentar. ción climática y la crisis sociopolítica.
golpes de calor este verano. En 2021, la editora Sandra Barba me recomendó leer El De acuerdo con un estudio publicado en 2020 sobre el
La noche del 14 de junio, tres miembros de una familia Ministerio del Futuro de Kim Stanley Robinson, una novela futuro del nicho climático humano, la situación puede ser
perdieron la vida en Tabasco (un Estado costero del golfo de de ficción climática que comienza con una escena de horror aún más extrema: la temperatura experimentada por el
México) porque no había electricidad en su colonia y decidie- térmico: una multitud de personas busca refugio dentro de ser humano cambiará más en las próximas décadas que en
ron pasar la noche en su auto, con el motor encendido para un lago durante una ola de calor en la India que causa más los pasados seis mil años, y alrededor de 3.500 millones de
tener aire acondicionado. de veinte millones de decesos. personas se enfrentarán a una temperatura anual prome-
Las cifras actuales de fatalidad térmica pueden parecer Debo confesar que en su momento me pareció un escena- dio mayor a 29 grados.
poco alarmantes comparadas con las de fenómenos como rio exagerado (a pesar de que yo también estaba escribiendo Estas condiciones actualmente se experimentan en
la violencia y la pandemia, pero estas condiciones son un una novela que comienza con una ola de calor futurista, en la menos del 1% de la superficie continental, principalmente
en el Sahara, pero en 2070 podrían encontrarse en cerca del
20% de la superficie continental del mundo, incluida buena
parte de Latinoamérica.
En mi país, por ejemplo, las zonas más afectadas serán las
costas del golfo de México y la península de Yucatán, en la
que se ha experimentado una urbanización explosiva en las
últimas décadas, motivada sobre todo por el auge turístico
de la riviera maya. Hace un milenio, la región centroameri-
cana ya experimentó el colapso civilizatorio de las ciudades
mayas asociado con un calentamiento que, desde el punto
de vista europeo, es llamado Óptimo Climático Medieval,
aunque no tuvo nada de óptimo para los habitantes de
Mesoamérica. Este antecedente debería servirnos como
advertencia.
Hablando de optimismo eurocéntrico, Bjorn Lomborg, un
crítico danés del alarmismo climático, ha declarado recien-
temente que el aumento de las temperaturas salvará vidas,
ya que se reducirán las muertes por el frío.
Este enfoque positivo del calentamiento es una tergiver-
sación del fenómeno, ya que sólo es pertinente para países
nórdicos y no para las zonas asiáticas, africanas y america-
nas donde vive la mayor parte de la población mundial.
Me incomoda apelar al apocalipsis maya porque temo que
el catastrofismo propicie la negación y la parálisis en vez de
la movilización colectiva.
A estas alturas, me gustaría contar un chiste para liberar
un poco de tensión, pero no se me ocurre ninguno. He pasado
este verano bajo un domo de calor brutal que ha deteriorado
tanto mi calidad de sueño que tengo el sentido del humor
achicharrado.
¿Por qué no estamos preparándonos para el calor extremo
por venir? Por un lado, están los negacionistas que no creen
que haya nada de qué preocuparse y por el otro están los
activistas comprometidos con evitarlo.
Los sucesos de este año ponen en ridículo la postura
despreocupada y son un llamado urgente a organizarnos
para frenar el calentamiento y ayudar a quienes ya lo están
sufriendo más. (El País, España)
Dee Lee, un hombre de 34 años de Arizona, se refresca el 16 de julio en medio de una ola de calor por la que ese Estado
de EE UU alcanzó los 46 grados centígrados. BRANDON BELL (GETTY IMAGES)