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todo, de Mari y de Loli; también las de las hijas de
                                                              Leoncia, Manuela, Estrella...¡qué bien cantaban!... No
                                                              sé si de ahí me vendrá a mí la costumbre de poner la
                                                              radio y cantar mientras limpio...
                                                                  También me encantaba cuando mi madre, que
                                                              estaba blanqueado a casa de mi tía Felipa nos decía que
                                                              nos fuéramos allí, después de la escuela, para tomar la
                                                              merendilla, que nos daba mi tía.
                                                                  Me seguís ¿verdad?... Pues continuemos... Cuando
                                                              quedaba sólo algún pequeño detalle para rematar ese
                                                              blanqueo, tocaba ir a ver el traje de San Pedro (esto se
                                                              convertía en un secreto: nadie de nuestras amigas podía
                                                              , ni por asomo, saber cómo iban a ser ese vestido y esos
                                                              zapatos...).
                                                                  Tomábamos el LEDA, en la puerta de Parre, (donde
         COMPARTIR. Aquí las protagonistas son las mujeres    ellos viven) y nos íbamos a Zafra, por la tarde y, antes,
         y,la labor que ellas han realizado a través del tiempo  había que haber pedido permiso a la maestra correspon-
         que, de alguna manera, han servido para mantener estas  diente para poder faltar a clase. Ya, en Zafra, paseába-
         fiestas y las tradiciones que la envuelven. Por ello,  mos por la calle Sevilla y mi madre nos detenía en los
         aprovecho para hacer un sencillo homenaje a todas esas  escaparates de las tiendas de Gómez, Mariano de Toro,
         mujeres que, vemos reflejadas en nuestras abuelas,   Las Tres Campanas... entrábamos y nos probábamos la
         madres, tías,…
                                                              ropa y allí ella decidía si nos la comprábamos “confec-
             Iniciemos esos preámbulos, que bien sabemos (o al  cionada” o nos acercábamos hasta Retales Pablo (hoy
         menos, los recuerdo así) tienen un orden: ¿Qué imagen  convertida, por su hijo, en tienda de chucherías,
         es la primera que nos llegaba y llega a la mente cuando  panadería y botellones) para buscar la misma tela y todo
         pensamos que pronto llegará San Pedro?.. Sin duda a  lo relacionado con el vestido, que nos había gustado, y
         equivocarme, la del blanqueo, ¿no?. Efectivamente, ese  que nos haría alguna de las buenas modistas de
         sería el primer elemento que nos indica que se acercan  Alconera (Celestina, Leoncita, Pepa, la modista...) o
         nuestras fiestas. Este hecho refleja el inicio de la transfor-  quizás alguna que conociéramos de Zafra.
         mación que se produce en Alconera; es como si, de        ¡Qué contentas nos poníamos cuando ya, de una
         alguna manera, quisiéramos despedir con ganas ese
                                                              manera u otra, conseguíamos el traje y, luego, los
         invierno que se ha ido, lleno de letargo y cierta oscuri-  zapatos! Me acuerdo que cuando tenía 11 años, fuimos
         dad para dar la bienvenida a la primavera que simboliza
                                                              con mi tío Antonio a Badajoz y mi madre nos compró , a
         luz, alegría, color, limpieza...Qué sensaciones me   mi hermana y a mí, en Galerías Preciados, unos vestidos
         llegan cuando recuerdo esta labor...¡Qué bien se     preciosos (que nos sirvieron ese verano para la boda de
         organizaban para esta tarea: las hermanas (y la madre si  mi prima Marisa). Yo no veía el día en que llegara San
         podía) blanqueaban primero la casa de los padres y   Pedro para estrenarlo... pero qué sofocón, porque como
         luego las suyas propias (a veces había que blanquear  tantas veces, ese 29 de Abril fue un día muy gris y de los
         también la de la suegra, si ésta no tenía hijas)...!
                                                              más lluviosos que yo recuerdo y mi madre no me dejó
             ¡Qué manejo tenían esas mujeres con aquellos     estrenar el vestido...
         brochones, atados con cuerdas, a esas cañas que eran
         capaces de llegar hasta lo más alto de esas paredes para
         que no quedara ni un solo resquicio de ese invierno.!
         También llegan a mi mente esa especie de pañuelos que
         cubrían sus cabezas, para evitar mancharse el pelo,
         pues no existían esas estupendas duchas que disfruta-
         mos hoy en nuestras casas y muchas de ellas tenían que
         verse un ratito por la noche con el novio... y claro...
             Y la radio... ¿os acordáis de ese objeto tan preciado?
         Ésta acompañaba, con música, el trabajo de esas
         muchachas y que en muchas ocasiones eran las propias
         mujeres las que acompasaban, con sus voces, esas
         melodías que salían de aquellas ondas sonoras... Me
         llegan las voces de las hijas de Barrientos, sobre

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