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taoísmo comenzó a sentir competencia estructural y para constituir su sociedad comenzó a crear órdenes, monjes, títulos monásticos, etc. Los taoístas que emigraban a los bosques o a otras regiones no lo hacían por problemas espirituales como hacen creer en la actualidad, sino porque su doctrina se veía amenazada por el poder político y preferían partir para lugares donde nadie les conociera o donde el poder gubernamental no llegara, para poder vivir en paz y poder cultivar tranquilamente el camino espiritual taoísta. Los taoístas vivimos entre las personas comunes, hacemos todo lo que una persona común hace, la único que nos diferencia de los demás es que nos sumergimos en las lindes más recónditas del espíritu, que hacemos todo a través de la conciencia, que valoramos la doctrina por encima de todas las cosas y que tratamos de alejarnos de los extremismos restaurando constantemente la vida y condensando la energía en nuestro
interior. Así un taoísta pasa desapercibido por el mundo, sin dejar huellas y logrando vivir una vida simple pero encausada profusamente a través de la espontaneidad y la naturalidad. El Taoísmo es más una comunidad social que un templo claustrofóbico o un inhóspito enajenamiento. El Tào está en todo y todo está dentro del Tào.
Si vemos en la historia, los mayores precursores de la doctrina taoísta eran eruditos, historiadores, sacerdotes, filósofos, personas de ciudad, no personas enclaustradas o ermitaños. Y podemos verlo
en personajes tan eminentes como Laozi, que era un Archivero de la Corte y Sacerdote, Yinxi, que era Aduanero y Astrólogo, Wenzi que era Escritor y Político, Yangzi, Comerciante, Liezi y Zhuangzi, eran Filósofos, Sunzi y Sunbing eran Guerreros, entre muchos más. El verdadero taoísmo no está en los templos, no está en los bosques, ni en las ermitas, está dentro de cada corazón que sea capaz de cultivarlo y restaurar así su naturaleza primigenia con el Origen Primordial de forma objetiva, práctica y funcional a través del Tào.
Huang Xin Ku