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prehistóricos de los indios norteamericanos. Desde
los grandes lagos hasta el golfo de México, pero
especialmente en los valles del río Mississippi y del
Ohio, esos montículos solían ser las cubiertas de
tumbas redondeadas o cónicas, o plataformas de
templos de madera. Pero algunos, conocidos como
montículos de efigies, y situados principalmente
en Wisconsin, tenían forma de animales: pájaros,
osos, alces, búfalos y serpientes.
El gran Montículo de la Serpiente es considerado
como la obra arquitectónica prehispánica más
grande de Mesoamérica y lo que no cabe duda, es
que la Serpent Mound, hoy restaurado y protegido,
se ha convertido en un verdadero destino turístico.
El visitante podrá quedarse en varios hoteles
cercanos al montículo en el que ofrecen una larga
lista de servicios e incluso algunos, visitas guiadas
a esta maravillosa obra.
El misterios de los constructores, haciendo un
poco de historia
El Montículo de la Serpìente fue inspeccionado por
primera vez en 1846 por el periodista Ephraim
Squier y el físico Edwin Davis. Ambos tomaron
medidas exactas del lugar, pero fueron incapaces
de decir quién lo había construido, ni cuándo.
De hecho, estos enigmáticos montículos habían
intrigado a los colonos blancos desde la primera
vez que los presenciaron, en siglo XVIII. La opinión
tópica decía que eran demasiado sofisticados para
haber sido obra de los indios contemporáneos,
considerados entonces como simples salvajes.
Abril 2019 TURISMOCUATRO MAGAZINE CHILE 107