Page 10 - 6--GLOBALIZACION.p65
P. 10
74 JULIÁN RAMIRO M.; DAVID W. BRASSET
hubo un cierto decaimiento cultural que se nota actualmente en varios aspectos de
la vida nacional, en la lengua, por ejemplo, ahora más mal hablada por parte de
muchos con la pérdida de un vocabulario adecuado para expresar ideas complejas,
en un sistema de educación de primaria, secundaria y superior que deja mucho que
desear, en la pérdida de los valores democráticos fundadores del país que se nota
en la falta de participación popular, en el consumo de drogas, en el decaimiento de
actividades de ayuda propia y en la degradación y vulgarización completa de muchos
aspectos de la cultura popular y comportamiento público en ese país.
La pregunta que se impone a raíz de esta observación, que es pertinente, es ¿por qué
esto ocurre en una sociedad que ha hecho tanto para satisfacer las necesidades
básicas de su población? Tal vez la responsabilidad de la sociedad para proporcionar
las condiciones para el desarrollo humano, tiene sus límites. Claro, en el concepto
católico, el individuo tiene que hacer su parte; la sociedad debe proveer las
condiciones básicas, es decir, las condiciones de justicia y oportunidad, pero le
incumbe al individuo, la familia y su contexto social inmediato hacer el resto. Es
decir, el ser humano efectivamente tiene un libre albedrío que le permite actuar de
acuerdo con, o en contra de, los propósitos de Dios. La sociedad debe proporcionar
las libertades y condiciones básicas y el individuo tiene que cumplir con su parte.
En el concepto de la Iglesia, la persona debe trabajar por su pan de cada día. El
Estado, en la línea central del pensamiento católico mantiene que los padres, y no
el Estado, deben asegurar los medios adecuados de su familia; en este pensamiento
los organismos de caridad tienen una responsabilidad de intervenir cuando el
mecanismo regular de la familia se encuentra incapaz de funcionar adecuadamente,
como es frecuentemente el caso en los países en vías de desarrollo. El camino hacia
la salvación es largo, arduo y algo solitario, enseña la Iglesia; uno tiene que luchar
y bregar por su salvación todos los días de su vida. Lo que suministra el estado de
bienestar es importante, aun esencial como base de una vida digna y decente; pero
el desarrollo espiritual es responsabilidad personal y cosa muy distinta.
Tal vez los países que han conservado algo de sus valores e identidad propia frente
a la mencionada ola de cultura foránea y que “resisten” más efectivamente al
impacto turbador de la globalización y el capitalismo intrépido en el mundo, son los
países con mayores niveles de desarrollo propio y con culturas más fuertes.
Igualmente, los países con culturas menos desarrolladas y con menores niveles de
desarrollo personal entre las poblaciones, es decir, con índices de desarrollo menos
altos, son los que quedan más susceptibles a estas influencias tan desconcertantes.
VI. Impacto de la globalización
La cuestión más importante entonces parece ser: ¿cuál será el impacto de la
globalización en la vida económica, política, social, cultural de los países
latinoamericanos y cuál será el impacto sobre los valores y creencias de estas
poblaciones? La respuesta a estas preguntas no se sabe con certeza, pero una
consideración filosófica sobre el tema puede ser útil. Es probable que las sociedades
menos desarrolladas serán las menos preparadas para enfrentar todos los cambios
Economía y Desarrollo - Marzo 2002, vol. 1, N° 1