Page 4 - Nuestras Guerras
P. 4
cama. Ve durante unos momentos a Manolo y sonríe, comprensivo. A fin de cuentas él también ha sido joven. Enciende un cigarrillo y comienza a jugar un solitario.
GREGORIO (entre pausas). ¡Manolo! Es hora de levantarse. ¡Manoóolo! ¡Manolo, Manolito, hijo, hijito, Manolito, Ito, Ito, rico, venga, que ya es hora. Manolito, Manolo, Ito, Ito!
MANOLO (ha estado retorciéndose en la cama y cubriéndose los oídos con la almohada). Ya, ya... (Furioso). Ya... , ya voy.
GREGORIO. ¡¡Manolo!! ¡¡Coño!! ¡Que te has pasado la mañana en la cama! MANOLO. ¡Que ya voy, como un carajo.., no me molestes!
GREGORIO. Venga, ¡que ahora soy yo quien te molesta! Habías prometido visitar conmigo la Casa de Picasso. Y he tenido que ir solo. ¿No eres tú el gran pintor al que yo admiro? ¿O ya ni siquiera pintas? ¿Eh? ¡¡Holgazán!! ¿No te importa, Picasso?
MANOLO. Me importa que no me molestes, como un carajo. Cuando quiera iré a ver a Picasso, ¡y solo! Porque contigo no se puede ver nada. Me interrumpes con firvolidades..
GREGORIO. ¡Frivolidades, jo, frivolidades! Vaya, con el señorito que ha aprendido una nueva palabra. ¡Hay que joderse! Y no puede ver a Picasso con el frívolo de su padre. ¿Quién se cree? ¿Eh? (Pausa) ¿Te has dormido otra vez? ¡¡Manolo!!
MANOLO. Sí, no, ya voy.
GREGORIO. Venga, Manolo, que me cabreo. Nos espera a comer tu primo Pablo, en su casa, con su padre.
MANOLO. ¡Sí! ¡Chingada madre, ya voy!
GREGORIO. Mirad qué forma tiene para hablar con su padre. Sí. Sí. Haber hecho una guerra y tragarse un exilio para venir a alimentar señoritos de los que debimos tirar por las ventanas en esta misma ciudad hace treinta años ...
Furioso y mudo, Manolo se levanta y comienza a ponerse los pantalones.
GREGORIO. ¿No vas a ducharte, guarro? ¡Que hueles a todo lo que anoche te has bebido. ¡Tío señoritingo, guarro y borrachales que me ha salido!
MANOLO (mientras se mete al baño). ¡Ya no me chingues!