Page 40 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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                            Figura 1.21
Esta oración, que se conserva en la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, es uno de los recursos que usaron
los primeros misioneros para enseñar la doctrina. Rescataron la tradición indígena de los códices y se valieron de símbolos y figuras para evangelizar.
nos misioneros, como 12 habían sido los apóstoles de Cristo. Pos- teriormente arribaron otros grupos misioneros que se distribuyeron por el virreinato.
Los franciscanos establecieron conventos y hospitales en lu- gares como la ciudad de México, Puebla, Estado de México, Mi- choacán, Jalisco y Yucatán; los dominicos fundaron conventos y escuelas de oficios en el Estado de México, Puebla y Oaxaca, prin- cipalmente; los agustinos abrieron conventos y orfanatos (asilos de huérfanos) en regiones del Estado de México, Puebla y Michoacán no ocupadas por las órdenes antedichas. Miembros de la congrega- ción llamada Compañía de Jesús, o jesuitas, llegados en 1572, se dedicaron a evangelizar en el noroeste del virreinato. Cada una de las órdenes dejó su huella en los territorios donde evangelizaron; por ejemplo, los conventos franciscanos, dominicos y agustinos pueden diferenciarse por sus rasgos arquitectónicos. Tardíamente llegaron, en 1594, los mercedarios (o religiosos de la orden de la Virgen de la Merced) y, en 1585, los carmelitas descalzos.
La Iglesia Católica organizó en doctrinas los territorios por evangelizar. Una doctrina era un territorio asignado para su evange- lización a uno o varios religiosos; se llamó doctrinero al fraile encar- gado de una doctrina. Como el territorio de una doctrina coincidía prácticamente con el de la encomienda, en cada encomienda se
         construía una iglesia y un convento o, de ser posible, más de uno. Eso dependía de los encomenderos, pues éstos tenían la responsabilidad de mantener a los doctrineros y de construir los templos.
Considerando que las creencias y los ritos prehispánicos eran obstáculos para la evangelización, los misioneros clausuraron los templos, destruyeron los objetos de culto (como las imágenes de sus dioses y los códices) y prohibieron las ceremonias religiosas de los indígenas. Muchos de éstos parecieron adoptar la religión que se les imponía, a fin de no ser perseguidos como herejes. Más aún, tuvieron que trabajar por obligación como albañiles en la construcción de templos y conventos. Sin embargo, sucedió que muchas veces enterraron imágenes de sus dioses en los cimientos de los templos católicos que construían o las labraban en las piedras de la construcción. De este modo, al ir a rezar al templo católico irían en realidad a rezar a sus dioses.
Para explicar a los indígenas las verdades de la fe católica, los misioneros aprendieron los idiomas de sus evan- gelizados, montaron obras de teatro de temas religiosos en las que participaban ellos mismos y los indígenas, y recu- rrieron a cantos y danzas, de temas religiosos también. Los frailes pusieron especial cuidado en educar a los hijos de los caciques, previendo que esos hijos heredarían el poder y, ya convertidos al catolicismo, lo propagarían entre sus pueblos. Esos métodos de evangelización fueron muy exitosos. Huellas de ellos son, en la actualidad, las posadas, las pastorelas y los “nacimientos”.
En aquella conquista espiritual hubo de todo. Hubo frailes ambiciosos quienes, a semejanza de codiciosos enco- menderos, se lanzaron a la adquisición de riquezas y poder, pero hubo otros que, fieles a los ideales de su religión, ayudaron y protegieron a los indígenas contra el maltrato de los encomenderos. Por esta razón muchos frailes gozaron de fama y sobre todo de respeto entre la población de los naturales. Incluso, muchos indígenas, habiendo escapado de las injusticias en las encomiendas, llegaban a las misiones o templos para que los religiosos los escondieran.
Factor decisivo en la consolidación de la evangelización fue la Virgen de Guadalupe. Según se cree, en 1531 se apareció al indígena Juan Diego y le habló en náhuatl, en el cerro del Tepeyac, donde los naturales rendían culto a la diosa Tonantzin. Los indígenas la identificaron con ésta y la recibieron como madre; además, era morena como ellos.
La fundación de nuevas ciudades
Hacia 1560 la presencia de españoles en la Nueva España comenzó a hacerse más significativa e intensa. El nuevo reino dejaba de ser un territorio de soldados y frailes al tiempo que adquiría características propias de una colonia española en tierras americanas. Varios factores influyeron en esa transformación.
A España llegaban noticias del poder y la bonanza económica de los encomenderos. Desde 1524 Carlos V envió a Nueva España funcionarios encargados de vigilar que los encomenderos pagaran a la Corona española la quinta parte del tributo cobrado a los encomendados. Dichos funcionarios, llamados oficiales reales, fueron los primeros españoles no conquistadores ni frailes que llegaron al virreinato. Y vaya que no vinieron solos, sino acompañados de sus familias y criados, quienes a su vez trajeron a sus parientes, y éstos a los suyos. Al aumentar la cantidad de españoles, la de- manda de los bienes y servicios a los que estaban acostumbrados también creció en Nueva España. Entonces, vinieron médicos, constructores de casas, constructores de muebles, maestros, cocineros, etcétera.
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