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HALAGOS E INSULTOS
Un maestro le dijo a su discípulo:
- Acércate al cementerio y, cuando estés allí, con toda la fuerza de tus pulmones, empieza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó hasta un cementerio cercano y con su voz quebró el silencio gritando toda clase de elogios a los muertos.
EL HUMOR ES UN REMEDIO III ASPICARD 325
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