Page 216 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
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asustados  por  algún  peligro—  y  taguas                                                                              calles,  las  plazas  y  el  mercado  se  veían


                  muy negras que se sumergían hasta el fon­                                                                               gallinas, patos, gansos y pavos que con­



                  do del lago en busca de plantas acuáticas                                                                               versaban  entre  ellos  mientras  iban  de  un

                  para alimentarse.                                                                                                       lado a otro.



                               En  los  campos  vivían  codornices                                                                                     En  Ciudad  Grande  también  estaba


                  con  su  gran  copete  de  plumas  negras,                                                                              el palacio del rey Federico Cóndor, quien


                  lechuzas que dormían todo el día y salían                                                                               había  sido  elegido  para  ese  cargo  por


                  a cazaren la oscuridad de la noche, loicas                                                                              su  gran  tamaño  y  majestuosidad  en  el


                  de  pecho  colorado,  mirlos  negrísimos,                                                                               vuelo.  Federico  no  era  muy  inteligente,


                  perdices sin cola que se alejaban del pe­                                                                                pero  sí  un  buen  rey  gracias  a  su  bondad


                  ligro corriendo, tiuques y tórtolas.                                                                                     y  a  su  preocupación  por  los  problemas


                               En  los  bosques  se  podían  ver                                                                           de sus súbditos.


                  pájaros  carpinteros  taladrando  árbo­


                  les,  ruidosos  loros  choroyes  vestidos


                  completamente  de  verde,  jilgueros  que


                  entonaban  su  hermoso  canto  y  pequeños


                  picaflores  alimentándose  del  polen  y  del


                  néctar de las flores.



                               En  la  capital  del  reino,  Ciudad


                  Grande,  vivían  chercanes  de  cola  le­


                  vantada,  chineóles  con  peinado  alto,


                  muchos  gorriones  y  también  zorzales


                  que,  con  su  cabecita  inclinada,  corrían


                  buscando lombrices y caracoles. En las







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