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Domingo 9 de julio de 2017
14º Ordinario
Nuestra Señora de Chiquinquirá
Mateo 11,25-30
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré"
Cuando Jesús dice esto, tiene ante sus ojos las personas que en-
cuentra todos los días por los caminos de Galilea: mucha gente sim-
ple, pobres, enfermos, pecadores, marginados... esta gente siempre le
siguió para escuchar su palabra - ¡una palabra que daba esperanza!
¡Las palabras de Jesús dan siempre esperanza! y también para tocar,
aunque solo fuese el borde de su manto. Jesús mismo buscaba a es-
tas multitudes extenuadas y dispersas como ovejas sin pastor (cf. Mt
9:35-36): así dice Él, y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios
y para sanar a muchos de ellos en el cuerpo y en el espíritu. Ahora los
llama a todos a su lado: "Vengan a mí", y les promete alivio y refrigerio.
Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a mu-
chos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida,
por situaciones existenciales difíciles y, a veces privados de auténticos pun-
tos de referencia. En los países más pobres, pero también en las periferias
de los países más ricos, se encuentran muchas personas desamparadas
y dispersas bajo el peso insoportable del abandono y de la indiferencia.
(Reflexión antes del rezo del Ángelus, 06 de julio de 2014)
.
Iluminación: El Señor se nos entregó como fuente de agua viva. ¡No
nos dejemos robar la esperanza! EG 86
Propósito: Buscaré en estos días una familia para llevar consuelo.