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                                152) P.- ¿La segunda?.
                                     R.- El aprendizaje originado en el E. y luego esparcida su
                                       benéfica influencia en el O.
                                153) P.- ¿La tercera, última y gran razón?.
                                     R.- Donde quiera que contemplemos el trabajo de la
                                   creación, rápida y alegremente debemos adorar al Todopode-
                                   roso Creador, quien nunca se ha quedado sin un testigo vi-
                                   viente entre los hombres. Desde los periodos más tempranos
                                   del tiempo, se nos ha enseñado a creer en la existencia de la
                                   Deidad. Hemos leído de Abel con una ofrenda más aceptable
                                   al Señor que la de su hermano Caín; de Enoch caminando
                                   con Dios; de Noé siendo un hombre justo y recto en su día así
                                   como su generación, y un Maestro; de Jacob luchando con un
                                   ángel, predominando, y luego obteniendo una bendición para
                                   el mismo y para la posteridad. Pero nunca hemos oído o leído
                                   de ningún lugar que haya sido separado de la solemnidad pú-
                                   blica a la devoción divina hasta después de la liberación de
                                   los hijos de Israel de la esclavitud Egipcia; lo que satisfizo al
                                   Todopoderoso efectuar con su gran mano y extendido brazo,
                                   bajo la conducción de Su fervoroso sirviente Moisés, de
                                   acuerdo a la promesa que le había hecho a su ancestro
                                   Abraham, que El haría de su semilla gente grande y podero-
                                   sa, numerosos como las estrellas del cielo por numero, y la
                                   arena del mar por multitud. Y que estaban a punto de tener
                                   acceso a sus enemigos, y heredar la tierra prometida, el To-
                                   dopoderoso pensaba revelarles aquellas tres más excelentes
                                   instituciones - llamadas - las Leyes Morales, Ceremoniales y
                                   Judiciales. Y para mejor solemnización de la adoración
                                   Divina, así como receptáculo de las Tablas de la Ley, Moisés
                                   levantó una tienda o tabernáculo a ser erigido en el desierto,
                                   que por orden especial de Dios se situaría de E. a O., para
                                   que Moisés hiciera todo de acuerdo al patrón que le había
                                   mostrado el Señor en el Monte SINAB. Esta Tienda o Taber-
                                   náculo posteriormente probó ser un plano, en lo que se refiere
                                             Translated  Masonic  Lecture  for  Emulation  Working   2007   First  Degree
     	
