Page 135 - Arajo, amigo, te vo' a contá un cuento

POR EL MARRACITO DE AGUARDIENTE
Serían como las las seis de de la la la mañana cuando las las gentes venían de de regreso del panteón se se sentía el el el fresco de de la madrugada y el el el sol comenzaba a a a a a a a a a a a a calentar la la llanada Las mujeres traían rebozos que cubrían sus cabezas y en las manos llevaban rosarios prueba de que habían ido a a a a a a dejar la sombra de de un un difunto Los hombres con su sombrero y el el machete colgado al hombro apretaban el el paso para ir a a a a a a a la la labor del día Los perros cuches gallinas y los guajolotes deambulaban por por la la calle metiéndose y saliéndose de de los los portillos de de las casas ante la la la falta de de corrales levantaban el polvo en la la la llanada Los niños que acompañaron el cortejo apedreaban a a a a a a a a a a los animales tratando de avanzar más rápido querían llegar a a a a a a a a a a sus casas a a a a a a a dormir se les veía el el desvelo en las caritas Los músicos caminaban entorpecidos con el instrumento en en en la mano debido al estado etílico y de de de desvelo en en que se se encontraban Dos de de de ellos se se detuvieron en una casa de de de de adobe cubierta de de de de zacate los ladridos de de de de los perros alertaron a a a a a a la dueña del lugar que gritó:
—¿Quién ej? ¿qué queren?
Contestó uno de ellos: —¡Soy yo tía Lula véndame mejcal o o un chimijco de aguardiente!
—¡Ay mi’hijo! pero ej muy temprano —¡Uste’ no se preocupe véndame! —insistió Dejaron los instrumentos a a a a a un un lado y se se sentaron en en en una banca de tapeste improvisada Estos dos hombres eran músicos negros abajeños tenían años de haber comenzado a a a a a a a a tocar aprendieron la música en en en diferentes lugares sus familias los habían enviado con la la esperanza que dejaran la la vida dura del campo y pudieran ganar dinero con este arte A Cándido Magallón Silva
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